CAPITULO I: VIUDA NEGRA

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Olor a pino fresco del bosque, una neblina casi imperceptible y un frescor melancólico adornaba el camino a casa de los Addams. Un vehículo antiguo fúnebre atezado, bastante cuidado para la época, seguía las líneas perpendiculares de la carretera en busca de su destino. Lurch, el mayordomo de la familia Addams era el propietario de la conducción y, de llevar a la pequeña de los Addams a su humilde mansión. El 001 de Cementery Lane, justo entre un cementerio y un pantano, el boulevard Addams en los ángeles, era un viaje de 40 minutos desde New jersey, Nunca Mas.

Arboles sin frondas, ambiente tenebroso, gris, oscurecido, una brisa que portaba una frialdad notable y una calzada plomiza elaborada con pequeños granos de greda; una fachada perfecta para dar paso a la majestuosa mansión Addams, una gran estructura desaliñada y descuidada, portadora de tres niveles y un ático eclipsado.

El sonido de aquella carrosa sombría se hace notar entre los tenebrosos pasillos de la gran morada, la distancia entre el majestuoso vehículo fúnebre y el hogar Addams se hacía casa vez más empalizada. La gran cancela da paso al vehículo tenebroso, se percibían las diminutas gredas siendo aplastadas por los pesados neumáticos hasta el momento de su detención frente a la inexpugnable mansión.

Justo a la hora de la cena, sus padres estaban esperándola ansiosos, con una curiosidad que se podía oler en sus incesantes ojos.

En el comedor de los Addams se encontraba su padre Gómez Addams y su madre, Morticia Addams, esta última le da sus primeras palabras – Hola mi querida hija, espero que hayas pasado el peor año de tu vida – tratando de romper la barrera del silencio que existía en el ambiente tenebroso y sucio de la mansión Addams.

    – Tan horrible como he querido, para mi mala suerte se acabó, ojalá tuviera una guillotina ahora mismo – exclamaba Wednesday con una mirada fría y paralizante.

    – ¡Mi pequeña tormenta! tan amargada y espeluznante como siempre, te hemos comprado una colección de muñecas para que las puedas decapitar, es un regalo de parte de todos – decía el padre de la familia Addams.

    – Ya no tengo 6 años padre, prefiero otra bolsa llena de pirañas, o tener un oso grizzli y encerrarlo en una jaula con un par de adolescentes con hormonas a flor de piel, así podre sentir satisfacción mientras otro sufre por mi dichosa culpa.

    – Tranquila cariño, mañana pasaremos por la tienda y compraremos lo que tú quieras – Le decía Morticia de manera calmada.

    – Claro mi pequeña áspid, así podrás decapitar muñecas y testículos al mismo tiempo.

Tratando de buscar conversación con su hija, Morticia le pregunta – ¿Que sucedió con Crackstone? ¿Lograste resolver el misterio?

    – Voy a mi habitación, no me interesa tener conversaciones familiares ni ver como se demuestran afecto mientras están alimentándose.

    – ¡Pero no has cenado aún cariño! Le decía su madre un poco preocupada.

    – ¡Cierto mi pequeño escorpión! Te hemos preparado tu platillo favorito.

    – No tengo hambre, es mi hora de escritura – Decía Wednesday mientras sube las escaleras hacia su habitación y cierra la puerta.

Escaleras que cantan chillidos a medida que un peso se postra sobre ellas, un pequeño pasillo que da paso a un sinfín de habitaciones.

Cuatro paredes zainas, tan gastadas que parecían grisáceo, un catre en la esquina izquierda de la habitación junto a una pequeña mesa adornada de libros viejos, una ventana marchita, que a duras penas se podía observar su albino tono de fábrica, aspectos acertados para calificar la estancia de la pequeña Addams.

El Acosador De WednesdayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora