𝐂𝐃𝐒 | ❝ ¿No puedes ver cómo rompes mi corazón cada vez que suspiras por ella? ❞
Merlina solo quería escapar de Nevermore cuanto antes y Ginevra solo quería estar tranquila el resto del año escolar, a ninguna le salieron las cosas como esperaba.
...
O4. ¿Qué es la traición sino una puñalada en la espalda?
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¿Me extrañaron?
No te preocupes, no te perdiste de mucho. Merlina encontró la entrada secreta a la sede de la Sociedad estudiantil La Noche Oscura, como te digo, nada importante. En la actualidad, aquello se había reducido a un grupo social que le permitía a Bianca tener un lugar más para ejercer su influencia y cumplía la función fundamental de hacerles guardianes de la ración más grande de alcohol escondido para las fiestas escolares.
A medida que pasa el tiempo, la mayoría de los estudiantes fácilmente olvidan el drama de Rowan; hay nuevos rompimientos y cotilleos que atrapan la atención de los estudiantes en lugar de un supuesto asesinado que en cuestión de horas se demuestra falso. Todos siguen como si nada.
Menos tres personas: Merlina, Xavier y Ginevra y, claro, dedos. Ellos saben que Rowan no se fue así sin más.
Ginevra ha transcurrido de la ira a la preocupación, y regresa allí, cada tanto. Está frustrada porque no conoce ningún familiar de Rowan para contactar y no puede dejar de sentir que ha fallado como amiga. Es como si la tierra se hubiera abierto y se lo tragara.
¿Cómo le explicamos que un Hyde lo abrió a él?
Mmm, perdón. Eso estuvo fuera de lugar.
—¿Xavier? —Ginevra se asoma por la puerta del viejo cobertizo que es el sitio sagrado de su mejor amigo.
Él no responde por el pincel que sostiene entre sus dientes, ya que sus brazos están llenos con materiales de pintura. Por la forma en que sus ojos se entrecierran, Ginevra supone que le está saludando.
—¿Se puede saber por qué no llegaste hoy a clase? —se queja ella tirando su mochila a una esquina descuidadamente—. Es la tercera vez que lo haces esta semana y es jueves. No me está gustando esto de hacer apuntes en clase solo para pasártelos después.
—¿No se supone que deberías hacer apuntes incluso sin mí? —sonríe cuando ella resopla—. Ya sabes, para aprender y todo eso.
—No te hagas el listo conmigo.
—¿Yo? ¿Listo?
—Es verdad que eres el artista melancólico del salón, pero algo debes tener en la cabeza, ¿no?
Xavier le responde lanzándole un trapo húmedo.
—¡Oye idiota!
A Ginevra se le olvida por un segundo que su fuerza es superior a la humana que tiene Xavier y hace del trapo una bola para lanzárselo de regreso. El proyectil lo golpea a un lado de la cabeza y lo derriba.
—Oh, mierda.
Pero en lugar de correr a asistirlo, sus rodillas se doblan en una carcajada, todavía riéndose pregunta: —¿Te dolió?
