-¿Hola mamá?
-Oh cariño, te ves más pálido que la nieve.
-¿No dijiste que este clima sería más cálido?.- Enarco mis cejas y su dulce risa me hace rodar los ojos.
-Nic, no le ruedes los ojos a tu madre.
Ella tenía una escala de enojo según las abreviaturas a mi nombre, es por eso que no respondo a esos nombres.
-Nicolás, respondele a tu madre.
Abro la boca.
-No te atrevas a responderme que no vas a contestar a Nicolás, porque es el nombre que yo elegí para ti, jovencito.
La miro hasta que termina de dar su discurso de qué debo amar el nombre que me representa, aunque ambos sabemos que lo hizo por algo mucho más grande que su amor maternal.
-El tren está por llegar a la estación mamá.- Le informo y veo como sus ojos se empiezan a cristalizar.
Me rio bajito al ver, la cara de cachorrito que pone, porque para ser una señora de sus casi 45 años, mi mamá vive sus emociones de forma muy profunda y le gusta expresarlos; es un poco irónico, ya que ella me obligó a viajar desde mi dulce y alegre hogar hasta aquí, Telluride un pueblito en el lejano Colorado, otra patada de frío helado.
-¿Alguna recomendación?
-Llevas en la sangre el espíritu navideño, lo harás bien cariño.
No fue literal.
-Llegaré para navidad.- le muestro mi collar y me sonríe con orgullo al verla en mi cuello.- envíame galletas, dudo que en este lugar abandono hagan una galleta decente.
-No seas exigente con ellos Nicolás.
-¿Debo conformarme con algo mediocre?
-¡Nicolás!
Esbozo una sonrisa.
-¡Ho ho ho!.
-¡Feliz navidad!.- Susurra y corta la llamada.
Ridículo lema familiar.
Saco mi mochila de la parte de arriba del asiento y tomo el pequeño bolso que cargo conmigo desde que tengo memoria.
Es una edición limitada.
Acomodo mi gorra en mi cabeza y me quito los auriculares.
Realmente no hay muchas personas esperando afuera del tren, recorro con mi mirada el lugar tratando de identificar a una personas con las características que Albert me dio.
Veo a una chica malhumorada, bajita, menuda, con cabello azabache y con un cartel en sus manos de forma desganada y a su lado un señor de unos 60 años, con algunas canas pero parece tan fuerte como un junco, de tez morena como la chica, lleva una bufanda roja y un gorro del mismo color, y un broche en su casaca, un copo de nieve.
Me acerco a ellos y la chica torpemente se sorprende por algo en su celular y termina lanzando el cartel de sus manos.
Decir que el golpe fue absurdo al llegar en mi frente y que es más absurdo que lograra desequilibrarme haciéndome caer de forma ridícula, nop, nunca lo admitiré.
-Benditos cascanueces.- susurro frustrado. Mi pantalón se impregna de la nieve y pronto lo siento húmedo.
-Muchacho, ¿estás bien?
La chica me mira unos metros más alejado y sé que está reprimiendo una risa.
-Como si un reno me hubiese aplastado.
Me tiende una mano y la tomo, impulsándome a ponerme de pie. El hombre mide un par de centímetros menos que yo y yo soy realmente alto.
Ilusamente creo que la desconocida va a disculparse por hacerme caer, pero me equivoco y pasa por mi lado.
-Ten copo de nieve.- Me tiende mi colorido gorro navideño. Parece ser una malhumorada tiene una voz suave.
Soy un ser sin sentimientos muy colorido, puedes sacar al chico del polo, pero nunca al polo del chico.
-¿Cómo me llamaste?.
¿Este duende qué se ha creído?
Tomo mi gorro de forma brusca y me apresuro a colocármelo de nuevo.
El señor me muestra el cartel y yo asiento.
-Ho ho ho.-Digo por segunda vez en el día.
-Feliz navidad.- me responde con una enorme sonrisa. Por lo menos él esta entusiasmado, no como la bola de malhumor que está a su costado con el ceño fruncido.
-Abuelo, ¿te metiste en una especie de secta navideña?.-Espeta cruzada de brazos mientras me da una amplia mirada.
Así que el desconocimiento es algo que le molesta, puede ser una chica inteligente, que se auto exige conocer de todo, o simplemente una chismosa que requiere informarse porque la vecina hizo galletas en vez de pudín como postre.
-Natal Claus.- Le tiendo la mano.
-John McGregor.- Aprieta mi mano con fuerza y entusiasmo.
-Albert no se equivocó en su descripción, pude haberlo reconocido, incluso sin ese ridículo cartel.
El pedazo de cartón con dibujos graciosos de santa es levantado por la malhumorada y tirado en un tacho de basura a la salida de la estación.
Una carcajada rasposa sale de su garganta.
-¿Cómo está ese viejo?
Es irónico el apodo, ambos tienen la misma edad.
-Me pidió que le dijera, que él aún puede escalar.
-Claro, pero escalar las escaleras hasta esa cueva a la que él llama hogar.
Nos reímos y la chica hace un horrible sonido con su boca.
Definitivamente esta chica es una chismosa, mi abuela la amaría.
Miro a John y él se ríe.
-¿No te lo dijo?.- La pregunta es directa para mí, y niego, hay mucho que mi superior Mac obvio decir .-Ella es mi nieta, un alma oscuro, que suele llamar a la navidad como un acontecimiento lleno de banalidades, ideada para volver al hombre un consumidor y un sustituto de deficiencias emocionales.- La mira y le pregunta.- ¿Lo dije bien?
-Por eso me agradas veterano, escuchas todo y lo retienes, aunque pienses que es una mierda lo que te estén diciendo.- La chica le da una palmada en la espalda.
-Si mi madre la escuchara le daría un infarto-
-La obligaría a ver esa colección de películas navideñas hasta que se supiera todas las canciones navideñas al revés y al derecho.
Nos reímos.
-Cómo esa película, la del chico torpe que se convierte en Santa.-Agrego conforme, porque es cierto, mi madre se espantaría de la pequeña versión del Grinch tamaño bolsillo.
Nos guía hasta una vieja camioneta roja, con cuatro zancadas rodeo la camioneta y abro la puerta de copiloto solo para cerrarla con fuerza en la cara del duende amargado.
Creí que era un mito, pero me acabo de topar con una y ahora resulta que estaremos viviendo bajo el mismo techo, por un mes.
Ho ho ho, feliz fatalidad.
❄️
Hola soy Jacke, amo la navidad y espero que puedan disfrutar de este pequeño regalo que hice con mucho amor para ustedes y para mí. Nos veremos en la siguiente misión, Agente Med fuera 🌲.
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AGENTE CLAUS
AventuraNatan es un hijo de la navidad, en todo el sentido de la palabra y nuestra pequeña Audrey es una versión bolsillo del Grinch, ambos van a matarse o enamorarse en el proceso de regresar la navidad a la lejana Telluride. Nuevas costumbres, corazones r...