El pequeño niño de la luna

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Narrador omnisciente


Nate paso una semana sin ir al río, se sentía solo, su hermana no siempre quería estar con el y su padre trabajaba. La escuela no era mala, algunos niños se le habían acercado, costo demasiado pero lo consiguió y pudo hacer unos pocos amigos.

Aún así, ellos tenían más amigos, vidas aparte de él y no podían verse siempre.

Así que con todo el miedo de levantó y decidió ir al río, enfrentaría a ese niño, no importa lo que le dijera. Gritó que saldria al río y se fue.

Camino en silencio, aterrado de lo que podría pasar, pero se armó de valor y se acerco a la orilla, no vio a nadie. Eso lo lleno de paz y se sentó a descansar.

Si, el río aún le daba soledad, pero no la misma de su casa, la soledad en casa era fría, cruel y pesada. En el río la soledad era tranquila, dulce y cálida.

Totalmente opuestas.

Cerró sus ojos y dejó a su imaginación libre, permitiéndose ser un niño. Imaginando que era un pirata embarcando un gran barco, con velas gigantes de un color azul oscuro con pequeños puntos blancos brillantes.

Tal como el precioso cielo nocturno en el que toda tu atención estaría dirigida al atrayente y único brillo de las estrellas.

O también un bello color celeste con manchas de pintura blanca.

Tal como el cielo de un bello día, en el que verias las nubes, nombrando las formas que podrías ver en ellas.

Sintió un leve chapoteo en el río y se sentó a apreciarlo, viendo con sorpresa a ese mismo niño, parado en medio del río mirando los peces rodearlo para pasar.

Él niño lo miro con alegría y sin moverse de su puesto le hablo.

-Hola! Nos vemos de nuevo, creí que ya no vendrías al río! Jejeje-

Nate lo miro y suspiro, tratando de llenarse de valor, lo había logrado. Pudo hablar con otros niños que aún sin importar su llanto o tartamudeo se habían hechos sus amigos, podía con esto.

-Cuál es tu nombre?!-

Vio la sorpresa en la cara del niño e inmediatamente se arrepintió, había gritado, gritar no estaba bien, asustaba a los demás y a él, estaba siendo malo con él.

Pero...

Todas sus preocupaciones se fueron al ver la sonrisa en el rostro del niño, que divertido decidió responder.

-No te lo diré, porque cuando pregunté tu no me dijiste el tuyo.- Nate quiso decir su nombre para obtener el del niño, pero él, nuevamente, se le adelanto. -Y no, ya no puedes decirme tu nombre para que yo te diga el mío, te diré un sobre nombre con el que puedes llamarme!-

Él se veía tan emocionado y Nate estaba tan aturdido por este extraña primera interacción real entre ambos, que solo asintio.

-Moons, así puedes llamarme, es lunas en ingles-

Nate mostró una pequeña sonrisa y decidió seguirle el juego, pensando un sobre nombre también. Algo relacionado al sol podría ser, pero no estaba muy seguro si es podría representar a un sol.

Él pequeño al ver que Nate no respondía penso un poco y lo decidió.

-Stars! Es estrellas en inglés-

Nate sonrió con más obviedad, mostrando un poco sus dientes. Asintio, dejando en claro que le gustaba el apodo.

Ese fue el real inicio de la amistad entre las estrellas y la luna.

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