ODISEA VENDETTA

El conde de Montecristo

Will se pregunto si estaba haciendo lo correcto.
Si genuinamente era esto lo que su corazón deseaba.

Lo era.

Pero aun asi sentia miedo, miedo de Hannibal y miedo de la mujer que acababa de amenazarlo con que debia cortarse el cabello.

-¿Que tiene de malo mi cabello? -

-Es como si un vagabundo y un yeti hubieran tenido un hijo, es monstruoso- Luciel señalo su barba desanileada y larga, tan larga y revoltosa que no destingua bien sus rasgos, y mejor ni hablar de su cabello largo y sucio.

Al menos lo mantiene recogido. Pensó ideando que hacer para mejorar esa imágen. Si Graham queria reconquistar a su psicótico terapeuta y llevar a cabo su treta debia verse impecable.

Will se sintio avergonzado, su mirada fue a sus zapatos gastados y apreto sus labios.
-Es un escudo de protección, me siento protegido-

-Will, parece mas un matorral de contención, uno que no deja ver tu belleza. ¿crees que te ves bien asi? ¿crees que el Dr. Lecter si quiera te reconociera o se fijaria en ti con esta apariencia? -

William se mantuvo en silencio, aceptando internamente que la pelirroja tenía razón.

Se veia del asco. Él era un asco.

—Dejame ayudarte, iremos a que te corten el cabello, y te razuren, luego a remplazar esos arapos por ropa nueva, colonia, gel para el cabello, iremos a por todo lo que necesites para que vuelvas a ser tu, o mejor dicho una version mejorada— Luciel se oia optimista y hasta entuciasta.

La idea de hacer de William Graham un ciudadano elegante y refinado cosquilleaba en su pecho, era un reto, uno demasiado difícil. Pero le gustaban las cosas difíciles.

Will se empezo a sentir abrumador ante los nuevos cambios que querían hacerle.

—No tengo dinero- Solto tan rápido como serio. —

Will no lo diría pero estaba pasando por una crisis económica.
Las clases ya no le iban bien, entre que algunos algunos las abandonaron, y que faltaba por quedarse dormido debido a que por las noches las pesadillas lo atormentaban su salario habia disminuido y no tenia muchos ahorros.

—No quiero ser un proyecto de caridad. Puedo cortarme el cabello yo solo. Siempre lo he hecho—

Luciel se horrizo.

—No, por favor—

Will fruncio su ceño, algo ofendido.

—No te preocupes por el dinero, yo puedo costearlo, y más que un proyecto de caridad eres mi entretenimiento, y me gusta invertir en mi entretenimiento. —

Eso sonaba aun mas ofensivo.
Pero si Will lo pensaba ¿donde encontraría una oportunidad asi?
Tenía veitiocho, ya estaba cerca de los treinta y su vida era una mierda. Ahora ni siquiera podía cuidar de si mismo, con suerte se acordaba de comer cuando empezaba a sentirse mareado y debia cocinar algo de arroz o pasta, ya que no tenia ganas de ir hasta el supermercado a gastar la poca plata que tenia en alimentos menos duraderos como las verduras o las carnes.

Will paso una mano por la parte de atras de su cuello. Sintiéndose estúpido y jodidamente humillado, pero realmente necesitaba que el plan funcionara, Luciel tenia su punto, no tenia otra opción que ceder.

—Bien, esta bien, de todas formas no tengo otra opción.—

.
.
.
.

Sentía picazón, su nuca picaba, sus frente, sus manos.
El cabello cortado se colaba bajo su piel y le picaba, como si lo mortificara por haberse dejado hacer tal acto de salvajismo hacia su persona.