—¿Sí? —contesto cansada, por si es Adalia otra vez.
—¿Eres consciente de que hace menos de un par de horas de que no nos vemos y ya quiero volver a verte, hermanita? —escucho la voz de mi hermana que me hace soltar un suspiro de tranquilidad.
—Laura, cada vez que me llamas hermanita algo pasa. Suéltalo de una vez —hablo intentando hacerla creer que estoy tranquila.
—Mamá está como una desquiciada por toda la casa, Cora. Deberías de ver la cara que ha puesto cuando ha ido a coger el famoso bote. ¿Cree que... —no la dejo terminar y la interrumpo.
—No Laura, no vas a dormir en mi habitación en mi primera noche fuera de casa —hablo directa.
Sé que estoy siendo una egoísta, pero mi hermana tiene que aprender a ponerle los límites que yo le he puesto a Adalia desde que he podido.
—No te iba a pedir eso —habla haciéndose la ofendida; —sólo te quería preguntar si me puedes decir dónde diablos se lo has puesto —habla ahora seria.
—Ni de coña, esa no es la solución Laura —hablo intentando que entienda que darle lo que quiere es lo peor que puede hacer en este caso.
—Vale, gracias por nada hermanita —dice enfadada y me cuelga el teléfono.
Bufo sonoramente y me doy cuenta de que Sam y Katrina han escuchado mi conversación y me miran esperando una respuesta a su pregunta no formulada. Prefiero que no sepan la clase de problema que tengo en casa con Adalia.
—Estoy bien, esto es la normalidad en mi casa —hablo tranquila.
Por desgracia ya estoy acostumbrada a que Adalia intente imponer su voluntad a todo el mundo y, sobre todo a Laura, que no tiene la fuerza para ponerle los límites a su propia madre.
—Te voy a creer por ahora —habla Sam mientras sigue abriendo mis maletas; —pero que sepas que espero enterarme de todo antes de que acabe el año, las becadas debemos ayudarnos y entendernos en esta jungla. Vosotras acabáis de llegar y podéis no entenderlo, pero esto es un infierno en el que sólo nos vamos a tener a nosotras, sólo nosotras vamos a poder entender lo que es estar en esta residencia y en esta escuela —termina de decir cuando ha terminado de abrir las maletas y se acerca a abrir las bolsas de Katrina.
—Creo que yo puedo sola —habla Katrina, ahora que ha recuperado su voz tranquila.
—Vale, como quieras. Voy a ver si ha vuelto Ali —habla dando un paso atrás y saliendo de la habitación-vestidor para ir a la zona de las camas.
Katrina y yo nos miramos y cada una en silencio empieza a colocar sus cosas. Pasado un rato, Katrina termina y suspira, seguramente debe de estar echando de menos su hogar. La verdad es que a mi no me ha dado tiempo a echar de menos mi casa con tanta llamada de teléfono, en cambio, ella no ha recibido ninguna llamada.
—¿Necesitas ayuda? —me pregunta con amabilidad y una leve sonrisa mientras se sube las gafas.
—No te voy a decir que no, tengo demasiadas cosas. ¿Puedes ayudarme con las camisetas? —pregunto intentado no abusar de su amabilidad.
—Sí —responde simplemente y coge el montón de las camisetas para ponerlas en el otro armario.
—¿Te puedo hacer una pregunta personal? —intento no sonar una interesada, pero es que esta chica me causa curiosidad.
—Sí, bueno pero que no tenga que explicar mucho, no suelo hablar y —se calla y cierra los ojos como si se estuviera reprendiendo a sí misma. Frunzo el ceño.
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Sentimiento
Teen FictionCora Wilson y Christofer Hudson van a saber lo que es sentir un sentimiento tan profundo e intenso que arrasa con todo a su alrededor. Te invito a que descubras la maravillosa historia de Cora y Christofer.