El reloj dio las nueve. El pesado portón de Browill Hill se abrió, mostrando la somnolienta cara de Ñiña tras de si. Recapacité unos segundos, al igual que el primer día, si entrar o no pero por supuesto, volví a entrar. Ignoré todos los escalofríos que recorrían mi cuerpo a cada acelerada respiración. Mientras seguía a Niña de camino a mi nuevo despacho iba recordándome mentalmente como caminar ya que las piernas me temblaban tanto que había olvidado como se hacía. Un pie y otro, un pie y otro, resonaba por mi cabeza intentando ocultar los pensamientos de alerta.
Ordené a mis pies a pararse al llegar frente una puerta de metal. Sinceramente, era lo primero que veía en ese siniestro sitio que no daba escalofríos. Al contrario, era preciosa. Al igual que todas las puertas de Browill Hill tenía decoraciones por toda ella, pero, sorprendentemente, parecía que estaba hecha especialmente para mi. En ella se encontraban tallados colibrís, mis pájaros preferidos, un gato muy parecido a Klaus, lavanda y girasoles, mis flores favoritas y mis iniciales, L.H., acompañadas de una luna creciente.
El pequeño cuartito estaba sumido en la penumbra cuando entré, así que lo primero que hice fue subir las anticuadas persianas y probar a encender la luz que, por supuesto, no iba. Tras acostumbrarme a la poca claridad de la ventana, traté de analizar un poco la sala. Las paredes estaban pintadas de un bonito verde bosque y gritaban ser decoradas. En el centro de la sala sobre un tapete demasiado sucio se encontraba el escritorio de caoba, con tres pilas de papeles sobre él. Me acerqué a leerlos para ver de qué iban y tras alumbrarlos con la linterna de mi móvil vi que se trataban de los expedientes de los tres pacientes. Alcé un poco la vista para encontrarme con la que iba a ser mi silla de trabajo, verde, a juego con las paredes. Tras de ella se encontraba un librería repleta de libros. Ya me encargaría de leerlos cuando me instalara.
- ¿Qué le parece su nuevo espacio señorita Haygsbell?- escuché preguntar a una voz tras de mí.
Me giré, tras el susto, para encontrarme con el director Marcus Hill, luciendo igual de vivaracho y energético que siempre.
- Un poco oscuro pero acogedor, muchas gracias.- respondí yo.
-No se preocupe que ese problema se le solucionará dentro de poco, ya he mandado a Niña a avisar al técnico para que lo arregle. Ahora, para empezar a entrar un poco en materia, ¿qué le parece si le explico un poco las instalaciones?
Y tras esas palabras lo seguí hacia fuera de mi despacho y cerré la puerta tras de mí. Mi despacho, que raro sonaba decir eso. Pero bueno, al fin y al cabo, ¿qué no lo era en ese lugar?
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El psiquiátrico
Misterio / SuspensoDesapariciones extrañas. Muertes repentinas. Habitaciones secretas. Enfermedades no descubiertas. Nadie recomienda entrar en el Psiquiátrico de Browill Hill por demasiados sucesos extraños que han pasado allí. Sólo unos pocos de valientes se atreven...