Había pasado una semana desde aquel día y te juro que puedo coronar a este curso como el peor de mi vida. William me seguía a todas partes como un perrito faldero y yo bufaba como un toro enfadado. Mis amigos seguían insistiendo con la presciencia de mi encantado vecino en mi vida, pero no les hacía caso, Will y yo nunca seríamos amigos.
Las clases bien, como siempre, aburridas en su punto pero interesantes en el otro.
El caso de mis padres... esta semana tenían un viaje de empresa y no podía estar más feliz. Por fin sola.
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— Buenos días chiquita —
— Buenos días ser extremadamente gay — abracé a mi amigo y nos pusimos rumbo al instituto. Era demasiado pronto, tanto que no había amanecido, pero los exámenes del señor Lord eran casi imposibles que nos hacía ir desde las siete aunque casi nadie iba a esa hora, solo nosotros y obviamente Sasha, que le costaba despertarse más que a nosotros.
Habíamos quedado para repasar antes así que me molestaba que no me cogiera el teléfono Sasha. No quería tocarle la puerta porque si no la derribaría y los padres acogidos de mi amiga podrían arrancarme la cabeza.
— Hola soy Sasha, si no te contesto no sigas llamando — decía en español.
— ¿Ya ha cambiado su buzón a español? Un verano fuera y ya le cambia hasta el teléfono — miré de reojo a mi pobre amigo y seguí llamando. Sasha terminó bajando aún con los párpados cerrados.
— ¿Te das cuenta la hora que es? Vamos a llegar tarde —
— Soph no me grites. Son solo las seis y media — se subió al coche y se apoyó en la ventanilla.
— ¡Cuánto me sorprende! Que te duermas Sasha del Carmen —
— ¡Vuelves a pronunciar mi segundo nombre te mato! — ambos hablaron en español, ya con la costumbre los entendía. Vaya amigos me había buscado, una española y el otro mexicano.
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Llegamos y nos sentamos en el césped cuando vi a Will pasar en frente nuestro. Qué raro, los más populares solían llegar a mitad del examen pero supongo que necesitaba aprobar, aunque era bastante bueno.
— Baja de la luna Sophie —
— O mejor dicho baja del mundo William —
— Están locos de seguro. Los tendrán que internar —
— Ojo de loca no se equivoca — dijeron al unísono.
— Pero no han pensado que Will, Will el popular suele llegar siempre cinco o diez minutos más tarde — ellos se miraron sorprendidos y me concentré de nuevo en mi libro intentando repasar las fórmulas de química.
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Los exámenes deberían de ser un delito, la verdad, pero bueno, dentro de lo que cabe me salió genial. Cuando salí un vecino muy molestoso me alcanzó y agarró mi brazo.
— ¿Qué clase nos toca? —
— Literatura —
— Te sigo — bufé y él siguió agarrando mi mano mientras caminaba —. Creo que tienes diecisiete años, ¿o acabas de cumplir los ocho? —
— Perdón, un impulso — me pidió perdón con la mirada y seguí sin esperarle —. ¡Eh! ¿Siempre eres tan antipática? Ah perdona no me acordaba que te conozco desde los seis años —
— Pues creo que eso es más señal para que no me hables — me paré en frente de él y miré sus ojos fijamente, un negro tan perfecto que daba escalofríos.
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El quinto piso
Novela JuvenilNunca pensé que subir al quinto piso me haría sentir tan viva y tampoco pensé que ese sentimiento fue ocasionado por el tonto de mi vecino pero ahí estábamos. Nuestra historia comienza así...