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Ya había pasado un mes desde que se enteró de la noticia.

En la oscuridad de su habitación podía ver el traje negro tirado en el piso sin cuidado alguno, solo recuerda vagamente cuando llegó de aquel cementerio y solo dejo caer las prendas en algún lugar sin cuidado. Las veces que entró su madre al cuarto le reclamaba que lo recogerá, que se parara de aquella cama y saliera a tomar aire.

Pero el de cabellos negros simplemente no podía, solo se paraba hacer cosas fisiológicas básicas, para volver a encerrarse en su habitación a llorar, sabía que eso no reviviría a su amado amigo, pero no encontraba otra manera de expresar su dolor sin derramar una lágrima, también tocaba la guitarra, una melodía melancólica que solo hacía hundirse más en su dolor. 

Las vacaciones de otoños había comenzado, y YeonJun se había marchado antes de ver caer las hojas amarillentas de los árboles junto a él, se había quedado solo, de nuevo. BeomGyu se culpó por depender tanto de aquella persona que ya no estaba con él. Pero simplemente no podía oprimir sus sentimientos, por qué de una u otra manera siempre salían a flote sin importar qué.

Ese martes en específico se sentía más miserable que los días anteriores, ese mismo martes era el cumpleaños de YeonJun...

Su mente en malas pasadas le recordaba como solían festejarlo siempre juntos, cuando el pelinegro mayor se escapaba a su casa en la noche, la abuela de BeomGyu le preparaba un pequeño pastel que comían juntos en el techo del menor... Pero ese día ya no habría más esos pequeños recuerdo, ni ese día, ni nunca más.

—¡Beommie!, Cariño, me voy —El pelinegro escucho a través de las puertas de su habitación a su madre despidiéndose, esta era enfermera, y sus turnos era excesivamente largos, o a él le parecía así.

—Adiós, mamá —Habló apenas audible, su voz salió temblorosa, de repente sintió como la puerta se abrió, viendo la figura de su madre acercándose hacia él, la mayor se sentó al lado de la cama de su hijo, acariciando sus cabellos negros, ya resecos por la falta de cuidado que le hacía el menor, le besó la frente a este antes de susurrarle un "te amo".

—Te dejé cena en el horno, dentro del refrigerador hay malteada por si gustas y por cierto... La abuela te mando un pastel y flores, y espera que la visites pronto.

BeomGyu solo pudo verla con los ojos llorosos y asentir, tal vez su abuela se había olvidado del pequeño detalle que el dueño de ese pastel ya no se encontraba con ellos. Después de que su madre salió de la habitación, BeomGyu solo se dispuso a dormir y olvidar lo miserable que se sentía.

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La puerta de aquella casa resonaba de manera desesperada, despertando a un adormilado BeomGyu de su siesta.

—¡Qué mierda ocurre! —Maldecía BeomGyu bajando al primer piso, la puerta no dejaba de retumbar escandalosamente y eso le estresaba más.

En cuanto abrió la puerta, un chico de cabellos planteados apareció ante sus ojos, parecía muy alterado, sus ojos estaba completamente rojos y sus mejillas húmedas de lágrimas, respiraba de manera errática en busca mantener la cordura, o no estallar en llanto de nuevo.

—¡Es tu maldita culpa! —Fue lo primero que escuchó salir de los labios de aquel chico, BeomGyu solo lo miraba confundido—. ¡Si tú no hubieras aparecido nunca en la vida de YeonJun él hubiera buscado ayuda! 

—De que estás...

—Creía que tú eras su estúpido terapeuta, pero no funcionó así... No funcionó así... —Él de cabellos platinados le entrego bruscamente algo en su pecho, en cuando lo cogió entre sus brazos, sus ojos se llenaron de lágrimas, era los audífonos y casetera de su mejor amigo siempre usaba, el cual el pelinegro le recalcó muchas veces la importancia de estos.

No lograba comprender nada, ¿quién era ese chico que lloraba tan desconsoladamente?, ¿Cómo había llegado a su casa? ¿Qué tenía que él con la muerte de su mejor amigo?

—Oye, calma yo-yo no sé de qué me hablas, yo no tengo nada que ver con la muerte de Yeo-YeonJun —Habló el pelinegro, tratando de acercarse al muchacho que parecía tener un ataque de ansiedad.

—YeonJun era un estúpido hijo de perra, nunca me contó sus problemas, nunca me contó todo lo que sentía con respecto a nuestra vida, nunca me contó por qué era esos cortes en su brazo, nunca... —La voz del tembloroso chico frente a él no salió, suspiró y miro con sus ojos brillantes a BeomGyu—. Nunca confío en mí como para contarme lo que sucedía, pero si confío en ti...

—Creo que deberías calmarte, te estás lastimado —Él de ojos grandes, apretaba y arrastraba con fuerza sus uñas en sus brazos, BeomGyu lo cogió de ambos lados de sus hombros, tratando que saliera de su trance—. Primero tienes que respirar, y después me maldices todo lo que quieras, pero no te lastimes.

BeomGyu solo pudo sentir empatía por el estado del pobre chico delante de él, así que lo invitó a pasar a su casa sin importar que este pudiera clavarle un cuchillo, aunque en el estado que se encontraba, dudaba de eso.

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Este es solo el comienzo.
07/22.
Aclaró que tengo dislexia y suelo confundir algunas palabras, espero y entiendan.
Hola, soy Wennie, pueden decirme Wen, como guste, y bienvenid@s a está nueva historia, esperó que les guste y me puedan apoyar.
Pueden votar y comentar!! Amo mucho eso:(
Bye, se les quiere.
'×.

𝐋𝐎𝐍𝐄𝐋𝐘 𝐁𝐎𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora