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"De su cuello colgaba una soga. Dicen, la confundió con sus joyas"

∎∎∎

Mi cuerpo se desploma de nuevo en la enorme cama. 

Logro ver un enorme espejo justo arriba de la cama, en el techo. Observo mi rostro demacrado y mi pelo desaliñado.

Ssoyoung. Nunca pensé que ella podría hacer algo así. Mi jodida mejor amiga.

¿Qué hago?

Si me alejo de ella. todos sospecharan. A parte me quedaré estúpidamente sola. Tendré que seguir con ella. Mierda.

Sumergida en mis pensamientos. No se cuanto tiempo llevo así. La puerta se abre. Ni siquiera me importa quien sea ni que haga aquí.

- ¿Por qué parece que sigues drogada?

Jungkook. Si. Estoy en su habitación. Reviso mi cuerpo. completamente intacto, cubierto por sabanas de seda. 

Y cruzamos miradas.

- ¿Qué hago aquí? 

- Puedo ser un completo idiota, pero no iba a dejar que te fueras sola a tu casa cuando casi caes en una puta sobredosis - Se acercó a la cama. Mis ojos y los suyos parecen tener una competencia de quien aguanta más tiempo sosteniendo la mirada. Yo pierdo. Mis ojos se dirigen a mis manos. Dos de mis uñas totalmente destruidas. Soy un desastre. Cubro mis rostro con lo primero que encuentro -

Los dos quedamos en silencio. Un silencio tan sofocante. Me levanto de la cama con brusquedad y me pongo los zapatos, los cuales estaban al lado. Agarro mi bolso y trato de mantener mi compostura.

- Adios

- Nos vemos el lunes, linda.

Mis ojos se cerraron con fuerza al escuchar esa ultima palabra. Salí de la habitación. Vi al menos diez personas dormidas en la sala.

○○○

Al llegar a casa mis padres no estaban. Tampoco tenia ninguna llamada suya o algún rastro de preocupación.

Subí a mi habitación. Me tiré sobre mi cama y trate de tranquilizarme. 

Rissa, has pasado por peores mierdas, esto no debe tirarte al suelo.

Siempre termino reconfortándome sola. Sea cual sea la razón, siempre termino en mi habitación abrazándome a mi misma con alguna canción reproduciéndose en mis audífonos. En este caso, mi canción favorita estaba sonando en repeat. Me concentro en la letra mientras mis nervios van bajando.

Tomé un calmante. No, esta vez no es uno de los que te dan en un callejón oscuro, detrás de un bote de basura a las tres de la mañana, sino el que te dan en un consultorio psiquiátrico, limpio y ordenado a las cinco de la tarde.

Sábado y domingo duermo. Solo duermo y me alimento cuando mi estomago está realmente desgarrándose de hambre.

La misma rutina de todos los lunes. Despertar, cubrirme el rostro con kilos de maquillaje y ocultar mi alma con joyas y piedras relucientes. 

Salgo de casa. Sin comer nada. Me subo al auto. Saludo al chofer. Típica rutina.

Llego a la escuela. Camino el inmenso patio. Cada paso una mirada se suma. Y vaya, esta fue la única vez que la atención no me provocó placer. Siento los ojos de todos los presentes clavándose en mí como las agujas filosas con las que mi abuela me reprendía. Un escalofrió recorre mi columna vertebral con descaro. Volteo.

Jungkook a unos metros de mi, entrando por el mismo portón por el que entré hace unos segundos.

Me paralizo. Recuerdo lo que pasó aquel viernes. Como su cuerpo cálido y desnudo era complacido por mi mejor amiga. Mil preguntas vinieron a mi cabeza, pero desaparecieron cuando el hombro de Jungkook chocó con el mío, claramente con toda la intención. Mi cuerpo débil se tambaleó un poco, pero parece que ésto no lo vio el imbécil, ya que siguió su camino sin dirigirme la palabra.

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⏰ Última actualización: Jun 17 ⏰

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