final.

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- Eu tengan cuidado! no corran tan rápido, se pueden caer! - El oso corría en los jardines del santuario detrás de los pequeños y traviesos Elisa y Ollie. Los niños amaban jugar cualquier tipo de juego junto con sus padres, y ahora le había tocado a Spreen jugar a las atrapadas ya que Juan se encontraba ocupado estudiando para mejorar sus poderes.

Habían pasado ya 4 años desde que sus vidas tomaron un rumbo totalmente diferente al que llevaban. Habían formalizado su relación y también adoptaron de forma oficial a los niños. Tuvieron que hacer remodelaciones en el santuario para poder construirles una propia habitación, ya que no iban a dormir siempre con ellos.

Todos en los pueblos adoraban a los pequeños, se habían convertido en los consentidos de la mayoría de habitantes. Tanizen y Noni les regalaban juguetes nuevos cada que podían, Ari les dejaba jugar con los animales de su tienda, Pol les prestaba el escenario de su cine para que canten, entre muchas otras cosas.

- no nos alcanzas papa! - dijo riendo el de cabello azulado mientras escapaba del mayor.

De pronto se escuchó un golpe en seco y seguido de eso un llanto. ¡pum! Tal como los había advertido. La pequeña niña se había caído y había raspado su rodilla, comenzando un llanto desconsolado.

Spreen fue hacia ella y la tomó en sus brazos itentando calmarla. Mientras tanto Ollie la miraba con tristeza.

- te lo dije o no te lo dije? - le habló dulcemente mientras le acariciaba el cabello.
- que chingados pasó? por qué hay tanto grito? - salió Juan de dentro del santuario, encontrándose con aquella situación.
- ay, pero cómo pequeñita? - le preguntó el hechicero acercándose a su hija. Esta ya se había calmado un poco, pero según ella le seguía doliendo.

- por qué no hacés magia o algo para sanarla? - sugirió el oso. A la niña le brillaron los ojos al escuchar esto. Spreen sabía lo mucho que Elisa adoraba ver a Juan hacer magia, y el verlo hacer ahora seguro que la animaría.

- bueno, ya va. ¿quieres ver algo mágico? -
la niña asintió emocionada. Ollie tambien se puso a observar maravillado, ambos niños eran fanáticos de ver a su padre usar sus poderes.

El hechicero posó su mano sobre la rodilla lastimada de Elisa y susurró unas palabras, seguidamente una suave luz verde brilló, y al apartar su mano la herida había sanado.
Los dos niños abrieron la boca asombrados.

- mas magia papa porfa! - dijo Ollie tirando de la bata de Juan.
- si si! papa eres increible! - habló Elisa, quien seguía en brazos de Spreen.
- bueno - El híbrido bajó a la niña de sus brazos - ya fue mucha intensidad no? Aparte su papá anda ocupado estudiando. - los niños le miraron con ojitos tristes.

- Ya sé, por qué no vamos a practicar con su guitarra y su piano? -
Elisa y Ollie se emocionaron de manera inmediata y corrieron dentro del santuario dirigiéndose a su habitación.

Ambos niños ya parecían estar muy interesados en el canto y la música. Desde que Tanizen les había dado como regalo un piano y una guitarra de juguete no pudieron parar y practican todos los días desde entonces. A pesar de su corta edad ya demostraban bastante talento, y sus padres no podían estar más orgullosos de ellos.

Spreen iba a ir detrás de los nenes cuando Juan le llamó.
- hey, antes de que vayas con ellos -
- decime -

Y sin decir ni una sola palabra, el hechicero se acercó y juntó sus labios con los del oso. Al separarse se quedó mirándolo con una sonrisa.

- pelotudo - dijo el menor sonrojado a más no poder.
- te amo - le dijo el de lentes por última vez antes de subir a la biblioteca a terminar de leer.

Las horas pasaron y la noche finalmente cayó. Elisa y Ollie ya se encontraban dormidos, mientras que Juan y Spreen se preparaban para hacerlo.

Una vez acostados el híbrido se acurrucó junto a Juan como normalmente lo hacía, mientras el hechicero le acariciaba suavemente sus orejitas de oso.
A pesar de que ya había pasado mucho tiempo desde que empezaron su relación a veces le seguía sorprendiendo la manera tan dulce de actuar del menor estando a solas con él.

¿padres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora