Primer encuentro

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La brisa se sentía refrescante, las temperaturas ya habían bajado un poco, un adolescente observaba desde la ventana del auto, lo que ahora sería su nuevo hogar, al inicio de verano habían tenido que huir de su anterior hogar, ya que su madre fue descubierto, mientras empacaban sus cosas, cuatro alfas se metieron a su casa, no recuerda mucho ya que su padre lo encerró en una habitación junto a su madre, se durmió al sentir las feromonas tranquilizantes del omega lo último que escuchó fue un grito pidiendo piedad, al despertar ya estaba en el auto, su madre solo le sonrió.

¿A dónde iremos?

Pasaremos el verano en la montaña, luego nos iremos a otra ciudad.

La voz de su padre aún sonaba con ira, el adolescente solo agachó la cabeza.

Lo siento bebé, todo estará bien, yo siempre voy a protegerlos.

Ahí estaba de nuevo, la sonrisa y el reconfortante olor a pino de su padre, luego fue su madre el que habló.

Se que te gustará el lugar, es perfecto para perderse en una buena lectura.

¿Y que comeremos?

No tienes que preocuparte por eso, Orochi puede preparar excelentes bocadillos, incluso con basura.

¿Qué estás insinuando?

El menor soltó una risita, su padre y sus imprudencias, los amaba tanto y se lamentaba por los problemas que había causado, desde que se enteraron de su casta empezaron a sobreprotegerlo y por un error suyo habían descubierto que su supuesto tío era su madre omega, pero es que ese día estaba tan molesto, por lo que esos tipos le habían hecho a su perrito, que no dudó en abalanzarse sobre ellos, sin importarle que eran mucho más grandes y además alfas, cuando uno de ellos lo tiró al suelo llegó su madre, quién soltó sus feromonas para ahuyentar a aquellos alfas.

Madre...

Con una simple palabra echó a perder toda su tranquilidad y la de su familia, dio un suspiro volviendo a sentir la tristeza y culpabilidad.

— Kakashi. —La voz de su madre lo sacó de sus pensamientos.— Ya llegamos cariño.

El peliplata observó aquella casa, era un poco más pequeña que la anterior, enfrente habían dos árboles de manzana, pequeños arbustos florales a la orilla de aquella acera que llegaba hasta la puerta de caoba, al salir del auto observó que su padre ya había abierto el remolque y empezaba a sacar cajas.

— Primero los muebles grandes, cariño. —Dijo el pelinegro, luego volteó a ver a su hijo.— Cachorro, empieza a llevar tus cosas a la que ahora será tu habitación.

— Está bien.

El peliplata agarró una pequeña caja en donde iban sus libros, al entrar notó que la casa era más grande de lo que imaginaba, las paredes eran de un color pastel, observó las escaleras caoba y subió, porque escogería una de las habitaciones de arriba, pasó varias hasta que encontró la correcta, tenía una ventana hacia enfrente y un pequeño balcón, salió y observó a sus padres bajando algunos muebles.

— ¡Esta será mi habitación! —Mencionó viendo a sus padres que inmediatamente levantaron la vista, el alfa frunció el ceño.— Ay no...

— Definitivamente no. —Mencionó el alfa peliplata.

— ¿Porque?

— ¿Ya vistes el manzano? —Señaló el árbol que estaba al lado.— Alguien podría subirse y saltar directo a tu ventana.

— No puede ser... —Balbuceó el menor.— Nadie entrará por mi ventana papá.

— Por supuesto que no, porque él que lo haga le arrancaré la cabeza.

Único en su clase Donde viven las historias. Descúbrelo ahora