Te quiero lejos

702 60 20
                                    

El azabache se levantó de la cama al mediodía, tenía mucha hambre a pesar de que su padre le había llevado comida dos veces, salió a la cocina, usaba solo un pantalón holgado, antes de agarrar una manzana, alguien lo golpeó con un cucharón.

— Primero lávate las manos. —Dijo un hombre de cabellera larga azabache, tenía cierto parecido al menor.

— ¿Me dejaste almuerzo? —Preguntó el menor mientras se lavaba las manos.

— Tragas demasiado.

— No es cierto... —Se quejó mientras se sentaba.

El mayor le sirvió un estofado pero casi deja caer el plato al ver el cuello de su hijo.

— ¿Quién te hizo eso? —Preguntó un poco asustado.

— Buenas tar... ¿¡Ay que te pasó!? —Exclamó otro hombre azabache que venía entrando y vio el cuello del menor.

— Izuna ¿no deberías estar impartiendo clases? —Preguntó el mayor.

— Ya impartí la última clase. —Contestó agarrando una manzana.— Mi cuñado me dio permiso de salir.

— Tsk Hashi no debería ser tan alcahuete. —Expresó el mayor.— ¿Y tú, no me dirás quién te hizo eso?

— No me digas que un alfa pervertido dañó a mi sobrinito preferido... —Expresó Izuna.

— ¡Ay no! ¡Puta que asco! —Contestó el menor en eso recibió un golpe en la cabeza de parte de su padre.

— ¡No te expreses así! Solo contesta la pregunta.

— Bien... —El menor agachó la cabeza, pero luego sonrió y exclamó feliz.— ¡Encontré a mi omega destinado! —Otro golpe resonó en la cabeza del azabache, mientras que Izuna volteó a ver por la ventana y luego cerró las cortinas.— ¿Porque me golpeas? —Preguntó con los ojos llorosos.

— ¿Cómo puedes gritar eso?

— Si Obito, tenemos vecinos. —Dijo Izuna.— No puedes pregonar al mundo entero que encontraste un omega.

— Lo siento... —Murmuró dándose cuenta de su error.

— Un omega te marco... —Mencionó el mayor frotando su sien.

— Madara no te alteres, cuando venga Hashi y Tobi lo hablaremos todos juntos...

— ¿Dónde está? ¿Cómo se llama? ¿Cuántos años tiene? —Preguntó Madara.

— No se, no sé, no sé... —Contestó Obito riendo nervioso, luego Izuna agarró a Madara para que no volviera a golpear a Obito.

— Tenle paciencia, ya sabes que tiene los genes de Hashirama. —Mencionó Izuna.— ¿Dónde lo encontraste?

— En el parque... —Contestó Obito.— Creo que lo asusté un poco... Por eso me mordió... —Susurró.

— ¿Qué? —Preguntó Madara frunciendo el ceño.

— Es que cuando sentí su aroma yo... Pues... Yo...

— ¡Ya habla! —Dijo Madara al borde de un ataque de ira.

— Pues cuando lo vi y sentí su aroma no me pude controlar y me acerque a su cuello entonces él se asustó y me mordió además...

— ¡¡Habla más despacio!! —Exclamó Madara, Obito tragó en seco al sentir las feromonas de su padre, o mejor dicho su madre.

— Posiblemente tenga unos doce o trece años. —Dijo para después irse corriendo a su habitación, después de todo ya se le había quitado el hambre.

Único en su clase Donde viven las historias. Descúbrelo ahora