⭒⭑✵⭑⭒
Sabía que sólo estábamos bromeando, pero un extraño cosquilleo recorría mi piel.
La canción terminaría pronto, pero cada segundo se sentía eterno y, a la vez, angustiosamente breve. Dos deseos totalmente opuestos estaban coexistiendo en mi interior. Quería huir y quedarme al mismo tiempo. Era doloroso, casi agónico.
No podía evitar sentir escalofríos cada vez que sentía la respiración de Taeyong en mi mejilla o en el cuello, lo cual era muy perturbador para mí, ya que normalmente no me sentía así al estar cerca de otras personas.
Durante los últimos años habíamos pasado muchísimo tiempo juntos, pero jamás me había sentido de aquel modo, ni siquiera cuando dormíamos en la misma cama y Taeyong me abrazaba como si fuera un oso de peluche.
Finalmente, la canción terminó. Aliviado, quité mi mano del hombro de Taeyong y traté de alejarme, pero él no me soltó.
—Pero si ya cumpliste con el reto... —protesté, confundido.
Taeyong me miraba de una manera extraña.
Conocía muy bien esa cara. Era la cara que los camarógrafos le pedían en las sesiones de fotos. Era la cara que nuestros fans adoraban. Nadie se resistía a su mirada seductora o a su magnética actitud.
Había visto esa mirada y esa expresión seria y cautivadora en cientos de imágenes y posters, pero aquella tarde fue diferente porque parecía real. Demasiado real. Tan real que me hacía ilusionarme.
Aquella tarde, su mirada parecía ser especialmente para mí y, aunque me daba un poco miedo, también me alegraba.
—No estamos en una sesión de fotos —bromeé, pero él ni siquiera sonrió.
—¿Quieres bailar otra canción? —me preguntó. Su voz sonó como un ronroneo.
—Los chicos nos están esperando ―comenté, haciendo un enorme esfuerzo para ocultar mi nerviosismo.
Necesitaba tomar una bocanada de aire fresco y tranquilizar los frenéticos latidos de mi corazón. Mientras más tiempo pasaba cerca de Taeyong, más difícil me resultaba pensar coherentemente.
Impaciente por terminar con aquel estúpido reto, me di la vuelta para mirar a nuestros compañeros. Entonces me llevé una sorpresa: ¡nuestra mesa estaba vacía!
—¿Dónde están? —exclamé, mirando en todas direcciones, esperando encontrarlos en otra mesa o en algún otro lugar del restaurante—. ¡Nos abandonaron! —me lamenté.
Taeyong no parecía sorprendido.
—Doyoung, por favor... —murmuró.
Volví a mirarlo. Estaba esperando mi respuesta. Al parecer su inesperada petición de bailar una canción más era totalmente seria.
—¿Por qué quieres continuar bailando? ¿No te avergüenza? Es decir, somos dos chicos y las personas pueden pensar que... —empecé a decir, pero el resto de la frase murió en mis labios. Mis palabras estaban fuera de lugar porque las otras personas no importaban.
Taeyong no respondió, pero sus ojos hablaban por él. "¿Estoy malinterpretando la situación o el sentimiento que refleja su rostro es real?", me pregunté. La esperanza me quitaba el aliento. Quería desactivar mis emociones, pero, por más que lo intentaba, no lo conseguía.
Tenía la sensación de que mi vida estaba a punto de cambiar para siempre, puesto que la pequeña incógnita que había guardado durante años en el fondo de mi mente estaba haciéndose cada vez más grande y apoderándose de mí.
Finalmente, perdí la batalla conmigo mismo. Deseaba con tantas ansias que Taeyong continuara mirándome de aquella manera especial que accedí a bailar con él. Tres canciones más tarde, Taeyong comprendió que ya no era necesario preguntar.
A medida que la noche caía sobre la ciudad, nos fuimos acercando más y más, hasta que terminamos abrazados, balanceándonos a nuestro propio ritmo. Me estremecí al darme cuenta de que bailar se había convertido en una excusa para estar lo más cerca posible el uno del otro; probablemente había sido así desde el inicio.
Taeyong sabía que podía abrazarme cuando quisiera. Éramos compañeros y amigos, así que no necesitaba una puesta en escena; sólo tenía que pedirlo. Sin embargo, aquel abrazo era diferente a todos los que habíamos compartido antes.
Mis nervios no podrían resistir lo que todo aquello implicaba.
No quería pensar en mis propios sentimientos. Había estado convencido de que lo que sentía por Taeyong nunca sería real si evitaba pensar en ello, pero, como siempre, me equivoqué.
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THE JOKE'S ON ME | DOTAE | NCT 127
FanfictionEl inofensivo juego "verdad o reto" saca a la luz sentimientos en los que Doyoung preferiría no pensar.