Me encontraba en el elegante y bien equipado gimnasio de la Bratva, rodeada de espejos y equipos de entrenamiento de alta tecnología.
La atmósfera era intensa, el sonido de los músculos en movimiento resonaba en el aire mientras me enfrentaba a Pedro, un hombre grande y musculoso con una mirada intensa.
Practicábamos lucha cuerpo a cuerpo, y aunque era un reto, disfrutaba de cada momento.
Mientras luchábamos, mis ojos se deslizaban hacia mis primas, Stela y Maira, que practicaban en diferentes áreas del gimnasio.
Stela estaba en el rango de tiro, enfocada en su objetivo mientras disparaba con precisión bajo la supervisión de Ethan, un experto en armas de fuego. Su mirada estaba concentrada, y podía ver cómo absorbía cada consejo que él le daba.
Maira, por otro lado, estaba en el área de combate con navajas, entrenando con Ilenko, un maestro en lucha con cuchillos. Su mirada feroz y decidida mostraba su determinación mientras movía la navaja con rapidez, respondiendo a cada desafío que Ilenko le lanzaba.
Regresé a mi propia lucha con Pedro, quien intentaba derribarme al suelo. Logré esquivarlo y, con un rápido movimiento, contraatacando, lo derribé. Me levanté, jadeando, y miré a mis primas con orgullo.
—¡Bien hecho, Dalete! —gritó Stela, bajando su arma y acercándose a mí.
—¡Eres una luchadora nata! —agregó Maira, sonriendo mientras se acercaba.
Sonreí, sintiendo un profundo sentido de pertenencia y orgullo por estar rodeada de personas fuertes y leales como ellas.
Pedro se levantó, sonriendo, y me dio una palmada en la espalda.
—Buen trabajo.
Después de dos horas de entrenamiento, nos despedimos de Pedro, Ethan e Ilenko, y nos dirigimos hacia la salida del gimnasio, sudorosas pero sonrientes tras una intensa sesión.
Al salir, nos encontramos con ocho guardaespaldas. Eran hombres grandes y musculosos, con gafas de sol y trajes negros. Se pusieron en posición de atención al vernos.
—Señoritas —saludó el jefe de seguridad, abriendo la puerta del auto principal.
Nos subimos al vehículo, acomodándonos en los lujosos asientos de cuero negro. El auto se puso en marcha, dirigiéndose hacia la mansión, ubicada en las afueras de la ciudad. Los vehículos avanzaban en formación, con nosotras en el centro y los otros dos a cada lado, una imagen que reafirmaba nuestra protección.
Al llegar a la mansión, el auto se detuvo frente a la entrada principal.
—Gracias, chicos —dije sonriendo.
—De nada, señorita —respondió el jefe de seguridad, inclinando la cabeza con respeto.
Nos dirigimos hacia la entrada de la mansión, un impresionante edificio de piedra con columnas y una gran puerta de madera. La puerta se abrió automáticamente al acercarnos, revelando un vestíbulo elegante y bien iluminado.
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#1- Aún no es nuestro momento (BORRADOR-COMPLETA)
RandomEn el mundo oscuro de la mafia rusa, Alexei Smirnov, un poderoso pakhan, está dispuesto a hacer cualquier cosa para recuperar a la mujer que ama, Dalete Anderson. Pero a pesar de su pasión, no puede evitar sentir un profundo rencor hacia ella. Dalet...