En el mundo oscuro de la mafia rusa, Alexei Smirnov, un poderoso pakhan, está dispuesto a hacer cualquier cosa para recuperar a la mujer que ama, Dalete Anderson.
Pero a pesar de su pasión, no puede evitar sentir un profundo rencor hacia ella.
Dalet...
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SONG:wings-Birdy
Me encontraba en un refugio de pandas en las afueras de Tokio, rodeada de la tranquilidad del bosque y el suave murmullo de los pandas mientras comían y jugaban.
Había venido aquí para escapar de la ciudad y de mis pensamientos, pero en lugar de eso, me encontré sumida en una profunda melancolía.
Mientras miraba a los pandas, recordé los momentos que había compartido con Alexei. Recordé su sonrisa, su risa, su mirada que siempre parecía buscarme, como si fuera la única en su mundo.
Me sentí abrumada por la tristeza, como si las memorias me aplastaran.
Me senté en un banco, rodeada de la naturaleza, y dejé que las lágrimas fluyeran.
Lloré por lo que había perdido, por lo que podría haber sido.
Lloré por el amor que aún sentía por Alexei, a pesar de todo.
Cada lágrima era un eco de mi dolor, un testimonio de la lucha interna que había llevado durante tantos meses.
Un panda se acercó a mí, curioso, y me miró con sus ojos grandes y suaves.
Su mirada me hizo sentir un poco consolada, como si entendiera mi dolor. Extendí la mano y lo acaricié, sintiendo su pelaje suave y cálido.
En ese momento, comprendí que la vida continuaba, con sus altibajos y sus sorpresas.
Me levanté y comencé a caminar por el refugio, observando a los pandas jugar entre ellos, ajenos a mis pensamientos. Su despreocupación me recordaba que había belleza en la simplicidad, que había momentos de alegría incluso en la tristeza.
Pero mi corazón seguía pesado, lleno de recuerdos y de "qué hubiera sido si".
Me detuve frente a una ventana que daba al bosque y miré hacia afuera, perdida en mis pensamientos. El viento susurraba entre los árboles, y por un instante, me sentí como si estuviera escuchando el susurro de Alexei, llamándome, diciéndome que todo estaría bien.
La brisa acarició mi rostro, trayendo consigo un aroma fresco y terroso, como un recordatorio de que había vida más allá de mi dolor.
Sin embargo, sabía que no era así. Sabía que tenía que seguir adelante, sin importar cuánto doliera. La vida que había dejado atrás, las decisiones que había tomado, todo formaba parte de mi historia.
Y aunque Alexei siempre ocuparía un lugar en mi corazón, era hora de soltar.
Tomé una profunda respiración, permitiendo que el aire fresco llenara mis pulmones. Miré hacia el horizonte, donde el bosque se encontraba con el cielo, y sentí que, a pesar de la tristeza, había una nueva oportunidad esperándome.
