05: Amantes

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CAPÍTULO 5.

La pesada mano de SeokJin se clavó en su pecho y lo empujó contra el colchón.

JiMin perdió el aliento.

Su cuerpo rebotó dos veces en la cama blanda antes de que el hombre grande y sexy se inclinara sobre él, con hambre y posesión brillando en su mirada oscura. Finalmente, se encontraba desnudo, su dura polla se frotaba contra su pierna fibrosa y era de un considerable tamaño alfa, la medida justa para un macho de su clase. Sin circuncidar, como toda una salvaje y follable bestia.

A JiMin le encantaba lo que estaba viendo, joder. Solo podía pensar en lo mucho que quería ser suyo, tirarse en la cama y dejarse usar por él.

¿Qué tan loco estaba su Omega justo ahora? El animal lubricaba tanto que estaba humedeciendo las blancas sábanas, demasiado calientes contra su piel suave. Jadeaba, rogando por algo que usar como su juguete y hacía cosas aún más extrañas con su cuerpo en contra su voluntad, como cuando sus manos temblorosas se aferraron a los hombros del alfa y acercó la cara a su cuello, oliendo el aroma de su sudor.

Alfa. —JiMin le llamó, viendo los ojos del hombre llegar a los suyos inmediatamente. —Yo- lo necesito. Por favor.

Una sonrisa malvada curvó los sensuales labios. —¿Creí que una zorra como tú, querría jugar primero?

Él. Era. Un. Jodido. Sueño.

¿Cómo podía conocer tan bien sus más profundas fantasías, cuando no había tenido tiempo para contárselas? Oh, señor. En otras circunstancias, JiMin rendiría un homenaje al hombre por su dedicada atención; se arrodillaría y chuparía su polla una y otra vez en algo parecido a la adoración de parte de un súbdito muy fiel. Pero en este momento realmente necesitaba que se ocupara de esto, de él.

Así que lo dijo.

—Esperé demasiado. —La declaración fue un susurro ronco, como si decirlo en voz alta le hiciera perder el encanto bajo y sensual. —Me duele. ¿Sabes cuánto esperé por ti esta noche, papi?

El hombre ladeó la cabeza y acarició su cabello con ternura.

—¿A mi bebé le duele mucho? ¿Dónde le duele a mi nene?

Este era un chico rápido.

Él ni siquiera había dudado cuando su temática de juego cambió.

JiMin le dió una sonrisa brillante que mostraba todos sus dientes, bajó sus manos a través del pecho desnudo y luego, lentamente, envolvió sus dedos alrededor del pene de su alfa. La textura era como si sostuviera terciopelo, pero estaba caliente y duro, un poco húmedo también. El pre-semen se escapaba de su polla y babeaba sobre su muslo, dejando un rastro transparente.

Giró los dedos en torno a la cabeza de hongo mojada, llevándose toda la humedad que pudo reunir y guió su mano directamente hacia su culo ansioso, rodeando el anillo de músculo.

Las pupilas de su alfa se dilataron e inhaló una respiración profunda.

—¿Ahí?

—Sí, papi. —JiMin casi lo gimió. —Por favor.

La manzana de Adán del hombre se balanceó en su garganta cuando tragó, sus ojos oscurecidos clavados en el punto justo en qué sus dedos se resbalaban solo un poco hacia adentro.

—Bien.

Esa fue toda su respuesta, como si el asunto no fuera importante para él en lo absoluto. Sin embargo, antes de que JiMin pudiera caer en ese remolino de auto-desprecio que sufrían los omegas en calor frente al rechazo, el alfa se inclinó y capturó su boca en un beso desesperado.

Y tan malditamente codicioso.

Las manos de SeokJin atraparon su pelo, sosteniéndolo con fuerza en el lugar y saqueando todo aquello que pudiera obtener del contacto.

Era un contacto jodidamente bueno, por supuesto.

JiMin no recordaba nada igual: su lengua era tan áspera y cálida, completamente decidida a hacer maravillas; ella estaba envolviéndose alrededor de la de él mientras lamía su camino hacia atrás. ¡Pero las sorpresas no terminaban! Al mismo tiempo, el hombre tenía la capacidad  para obligarlo a acostarse de nuevo en el colchón húmedo, con toda aquella predominancia alfa haciéndolo lucir más demandante, casi cruel.

Luego, él estiró una mano hábil y rápida a la mesilla de noche.

Cuando dejó de besarlo un largo tiempo después, el condón estaba abrazando su polla como un guante blanco de látex muy apretado. JiMin jadeaba, mirando al hombre poner la gorda cabeza en su agujero y empujar dentro de él, con sus labios rozando su irritada piel Omega a través de las líneas de su cuello.

Tenía la habilidad de llegar profundo muy rápido, al parecer; porque sintió la gruesa polla cepillar en su culo y acomodarse allí como si fuera su segundo hogar, pesada y caliente, presionando contra su punto dulce.

Vio las putas estrellas.

JiMin se estremeció, el gemido reververando bajo en su garganta. Un temblor de éxtasis que lo atrapó desde la cabeza a la punta de los dedos del pie, y consiguió que convulsionara en la cama. Era habitual que las sensaciones en medio del celo se intensificaran, pero esto debería ser completamente imposible.

Nada tenía derecho a sentirse tan bien.

Ningún hombre tendría que parecer hecho para vivir en su interior.

Era ridículo que su Omega estuviera aturdido por las olas de placer. No debería sentirse satisfecho por la unión en sí misma, sin apareamiento de por medio.

Simplemente, no debería.

No debería sentirse como si estuviera siendo poseído por un amante apasionado.

Por un amante, enamorado.

Oh Dios.

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