3. Víctima

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Merlina no sabía qué hora era por culpa de la tela negra que cubría la ventana de la habitación en la que se encontraba. Pensaba en lo que había ocurrido mientras estuvo dentro de aquel cuarto, pero percibió que había perdido la noción del tiempo mientras había estado con Enid.

Enid...

Su víctima seguía acostada en cama, durmiendo, con una sábana fina ocultando la mitad de su cuerpo y cubriéndola del aire frío que insistía en permanecer en la habitación. Su pecho subía y bajaba despacio y tenía los labios entreabiertos, entre los cuales soltaba algunos leves gemidos, como si estuviese soñando.

Merlina sólo llevaba puesta la ropa interior, y permanecía sentada en el borde de la cama, agarrando un pequeño bloc de notas, en el cual era posible ver una página llena de garabatos con una palabra escrita repetidas veces: Jenna.

Jenna...

¿Era ése su nombre humano? Merlina quería creer que sí. Había dormido lo que parecían ser apenas unos minutos junto a Enid, y en cuanto se despertó, decidió escribir el nombre antes de que se le olvidara de nuevo. Lo escribió innumerables veces en una página en blanco de su bloc de notas. ¿Quizá algún día podría ser llamada así de nuevo? Jenna... No era un nombre fuerte y sensual como Merlina. El nombre no reflejaba la amenaza que era Merlina.

El nombre era demasiado humano.

Merlina cerró el bloc y lo dejó sobre la mesita de noche, junto a la cama. Volvió a mirar a Enid y sonrió mientras se aproximaba a ella. Avanzó a gatas por la cama y se alzó sobre su víctima, sin tocarla. El colchón se hundió donde sus rodillas y manos se apoyaban, y contempló el rostro adormilado de la joven pálida.

¿Cómo podía ser alguien tan adorable?

La inmortal rozó levemente la mejilla de Enid con sus labios y prosiguió hasta llegar a su cuello. Merlina no había hundido sus colmillos profundamente la noche anterior, y la herida no parecía muy seria. Sin embargo, aún así, probablemente tendría que ponerle una nueva tirita en cuanto Enid se despertase.

Se alejó un poco, y Enid, todavía dormida, no se movió. Todas las células del cuerpo de la inmortal gritaban, y su instinto le pedía que atacase a su víctima y le chupase toda la sangre. Pero, al mismo tiempo, algo en lo más profundo de su ser le susurraba que no lo hiciese. En el fondo, Merlina no quería hacer daño a Enid.

Asustándose de sus propios pensamientos, se alejó de ella, dejando de apoyar las manos sobre la cama y sentándose hacia atrás, sobre las caderas parcialmente desnudas de su víctima. ¿Cómo que no quería hacerle daño? Durante su vida como inmortal, Merlina ya había pensado muchas veces en no matar a más víctimas tras el primer encuentro, para poder divertirse y devorarlas cuando ella ya hubiese sentido todo el placer que podía sentir con la comida.

¿Pero qué era eso de no querer hacerle daño?

Enid gimió en voz baja y Merlina la miró, para darse cuenta de que se estaba despertando. Sin tiempo que perder, lanzó sus manos sobre las de Enid, tirando de ellas y aplastándoselas contra la cama a ambos lados de la cabeza de la recién despierta.

-¿Merlina? -Enid gimió suavemente, abriendo los ojos con dificultad. -¿Qu... qué estás haciendo?

-Dándote los buenos días -respondió. A continuación se aproximó a Enid y atrapó su labio inferior entre los dientes, antes de pasar la lengua suavemente sobre su boca.

-Qué forma tan extraña de dar los buenos días... -gimió, mientras cerraba los ojos de nuevo, como si volviera a quedarse dormida.

Merlina sonrió y movió con suavidad sus caderas varias veces, provocando fricción entre su cuerpo y la región pélvica de Enid. Aunque estuviese en ropa interior, era innegable que el roce de ambos sexos estaba excitandola, ya que, aún con los ojos cerrados, comenzaba a hacer un mohín con la boca.

Wishes [Wenclair Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora