Y así, impulsada por la curiosidad─ o más bien, por el ímpetu de una decisión tomada de improviso─ llegué a la sede del Club de Detectives de Chicos Guapos, es decir, a la sala de arte. Pero en cuanto me vi rodeada de aquellas cuatro celebridades escolares, me marchité por completo.Tengo la desafortunada costumbre de alterarme y enfriarme con demasiada facilidad─ aunque, en la red que me envolvía había una figura oscura, o al menos desconocida.
¿Presidente?
¿Ese don nadie?
Por lo que sabía era mayor que yo, así que probablemente no debería haberle estado llamando "este don nadie", pero me resultaba sumamente extraño que esos cuatro estudiantes─ Michiru Fukuroi, Nagahiro Sakiguchi, Hyota Ashikaga y Sosaku Yubiwa─ de los que ni siquiera yo, ignorante como soy de los cotilleos escolares, podía evitar saber nada, estuvieran presididos por un oscuro personaje cuyo nombre no me sonaba lo más mínimo.
Acababa de oírlo por primera vez.
Manabu Sotoin.
Estaba recostado arrogantemente en el sofá justo delante de mí, con las piernas cruzadas... Qué descaro tenía, actuar así de engreído entre este grupo. Uno pensaría que él (como otro tipo) se marchitaría aún más en presencia de sus compañeros de gran desempeño... ¿O era yo una ignorante, acaso este Sotoin también era alguien?
Bueno, de momento, si tuviera que juzgar imparcialmente en mi actual estado de enfriamiento, aparte de su actitud arrogante─ guiándome sólo por el aspecto, en otras palabras─ tendría que decir que los otros cuatro no tenían nada que envidiarle. El Club de Detectives de Chicos Guapos era un nombre muy apropiado, por muy egoísta que fuera. Date prisa en envejecer y engordar de una vez.
"¿Qué es esto? Siento que estoy maldito", dijo Sotoin, mirando a su alrededor. Sus poderes de deducción podían ser extremadamente cuestionables, pero su intuición parecía aguda. No es que la intuición pudiera hacer mucho para "ayudarme".
"Bueno, no merece la pena preocuparse. Estar maldito es el destino de los bellos. De todos modos, joven Dojima, cuéntanos los detalles de tu caso. ¿Qué era lo que buscabas?". Titubeé. Había estado planeando ponerle en un aprieto, para que se desquitara por ser un completo incordio, pero la situación ahora era totalmente distinta a la que había sido en el tejado. La ola en la que me había subido no me iba a aguantar.
Dejando de lado a Sotoin, no les guardaba rencor a los otros cuatro─ bueno, Fukuroi había sido grosero conmigo desde el momento en que nos conocimos, pero desquitarme con Yubiwa en particular era una idea horrible.
Yo misma podría acabar desahogándome, y no en el buen sentido. Por otra parte, a pesar de que los cinco me rodeaban, el presidente del consejo estudiantil, Sakiguchi, era el único del que podía decir que me estaba prestando la debida atención. Sotoin seguía recostado arrogantemente en el sofá, como si estuviera teniendo una reunión con la araña en vez de conmigo; el aterrador Yubiwa, aunque físicamente presente, obviamente sólo estaba allí por obligación, y de hecho miraba en dirección contraria a la mía, como si pensara que mirar a la pared sería más fructífero que mirarme a mí.
Fukuroi al menos me hizo el favor de mirarme, pero claramente irritado. Su actitud de "los chicos nos lo estábamos pasando muy bien y ha tenido que venir una chica a estropearlo" no era ninguna broma─ quise decirle que ni siquiera estaba allí por elección propia, y, de todas formas, debería haber superado esa actitud junto con su uniforme de primaria. En cuanto al señor piernas desnudas, al menos se había bajado de la mesa, pero por lo visto era incapaz de sentarse en una posición normal, o simplemente quería presumir de sus seductoras piernas, porque ahora se encontraba del revés en el sofá colgándolas sobre el respaldo.