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El almuerzo fue diferente esta vez. Algo cambió. Algo definitivamente había cambiado. Lisa no podía dejar de mirarla.

Era como si las cortinas hubieran sido abiertas. Las luces se habían encendido. La niebla se había disipado. Finalmente pudo ver a Jennie claramente y estaba enamorada de lo que vió. Parte de ella siempre lo había visto. Siempre estuvo mirando entre las persianas, buscando un pequeño vistazo. Y ahora estaba ahí, justo frente a ella, con su estomago hecho un desastre de mariposas y con sus ojos que continuaban cayendo a su boca cada que una cucharada entraba, masticaba y entonces...

¿Cómo se sentirá besarla?

"¿Te sientes... bien?" El ceño de Jennie se arrugó en preocupacion, mientras masticaba lentamente y examinaba a la chica frente a ella.

La rubia parpadeó despertando del trance y enfocando su vista en la comida. Un movimiento equivocado y el arroz cayo entre las gradas. Su rostro se volvió completamente rojo porque sabía que la otra chica la juzgaba en su mente debido a su torpeza. "Grandioso."

"¿Por qué estás actuando tan extraño?"

Resopló mientras usaba una servilleta para limpiar su desorden. "¿Por qué tú estás actuando tan extraño?"

"Literalmente sólo estoy sentada y comiendo."

"Si, exacto." 

"¿Qué?"

Se sonrojó. "En serio, ¿qué?"

"Nada."

El rostro de la pelinegra era total confusión y Lisa se sintió como una idiota. Honestamente, ella era mejor que esto. Inteligente. Ella era la número 2 de toda la escuela ¡por el amor de Dios! Pero basta con un enamoramiento con una persona - una hermosa, talentosa, noble, atractiva, brutalmente honesta y perseverante enamoramiento con esa persona- y probablemente esté en el fondo de la lista. No era exagerado decir que Jennie Kim la volvía idiota pero igual, eso no le molestaba tanto.

"En serio. ¿Te sientes bien?"

Levantó la vista y enderezó su postura. "Si."

¿Cómo lo lograba ella? ¿cómo logró mantenerse tan calmada, confiada y hermosa sin que sus sentimientos le  delataran y la convirtieran en toda una torpe frente a la chica que le gustaba? Jennie le dijo una vez que actuar no era lo suyo, pero Lisa lo dudaba bastante.

Y desafortunadamente, no era su caso. Se sentía como aquel día que fueron compañeras de laboratorio. Con nervios y emoción. Sólo que esta vez esas emociones en todo su esplendor.

"Como sea, Dingus." La chica tomó una lata de soda y levantó la pestaña. Antes de tomar un sorbo la detuvo cerca de sus labios. "Si no estás ocupada después de la escuela, ¿podrías ayudarme con algo?"

De nuevo, le estaba dando la libertad de elegir. No como exigencia, si no como pregunta. "¿Con qué?"

Se encogió de hombros. "Nada que no puedas manejar."

Lisa entrecerro los ojos. "¿Es otro plan para entrar a mi casa?"

"No." Puso los ojos en blanco. "En verdad necesito tu ayuda con algo pero si te molestaba eso, no era obligatorio dejarme entrar."

"Si me hubiera molestado, no te habría dejado entrar."

Jennie la miró de reojo. "Es bueno saberlo. Nunca se sabe contigo. Puedes ser muy cálida a veces pero otras muy fría."

Era cierto. La Lisa de hace unos meses habría saltado a la defensiva. Esta vez, cedió.

"Lamento no haber confiado en ti antes.", dijo Lisa. "No pensé que pudiera hacerlo. No sabía cómo hacerlo." Hizo una pausa para reírse de si misma. Todo este tiempo ella se hizo a la idea de una imagen de Jennie. Pero con su corazón expuesto, conoció su escencia y le gustó. Ese era su consuelo. "Esa noche -todo lo que dijiste- sé que ahora puedo."

El Guardián Secreto (Jenlisa) adaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora