luzu

1.1K 231 14
                                    


—Sapo Peta te lo juro por tu puta madre si no nos sacas de aquí...

Luzu miró a Sapo Peta, quien seguía impasible en medio de ellos mientras calibraba la máquina. Luego miró a Quackity, quien seguía tratando de salir de la manera que fuese de la cárcel en la que habían sido encerrados.

Quackity lo miro a él.

—¿¡Tú estás de acuerdo con esto, pendejo!? —Luzu apretó su agarre sobre su escopeta sin ofrecerle respuesta alguna. Ante su silencio, Quackity bramó—. ¡Porque yo no, pendejo, yo no!

Quackity reanudó los disparos contra el cristal, como si eso fuese a hacer alguna diferencia. Entonces, ya harto e impotente, tiró de bruces su pistola contra el piso y empezó a lanzar puñetazos contra el cristal. Desde su lugar, Luzu pudo ver cómo fue tanta la violencia en cada uno de ellos que en cuestión de segundos sus nudillos empezaban a enrojecer, para luego abrir la carne y entreverse los indicios de sangre.

Por su rostro, distorsionado de la desesperación y la rabia, cayeron unas finas lágrimas que, si Luzu no hubiese estado atento, no las habría notado.

Algo dentro del pecho de Luzu se apretujó y sintió como el agarre en su escopeta se debilitaba por un instante.

—¡No puedo olvidar todo lo que he aprendido!

«Lo que he aprendido, dice.» Pensó Luzu, volviendo a acomodar su escopeta. Como si fuese sólo una víctima que no había hecho ningún mal, que se negaba a aceptar sus propios errores y quería seguir viviendo en la fantasía en que él era el héroe, en que él no había herido a nadie, en que él nunca había cometido ningún error.

Luzu consideró por un instante apuntar a Sapo Peta, intentar dialogar de nuevo, pero ese barco parecía ya haber zarpado, y no creía en perderle más aliento a causas pérdidas.

—Si esta es la única solución... —Ante sus palabras Quackity, que había estado frenético hasta ese momento, pauso sus gritos y golpeteos—, te juro que no olvidaré las cosas que me hiciste, Quackity. Y volveré, juro que volveré y recordaré todo lo que has hecho, y pagarás por todos los crímenes que cometiste.

Ambos mantuvieron sus armas apuntadas el uno en el otro.

—Ya nos volveremos a ver.

Quackity abrió su boca, dispuesto a contestar, cuando de repente un fuerte pitido llenó la estancia. Luzu dejó caer su arma para tapar sus oídos, pero eso hizo poco y nada para acallar el desesperante sonido. Cerró sus ojos en un intento de controlar un creciente dolor de cabeza.

La voz de Sapo Peta retumbó en medio de la cacofonía—. Esto lo hago por Karmaland.

Luzu se encogió sobre si mismo, mientras su cuerpo inconscientemente se movía de un lado a otro tratando de escapar de aquella tortura auditiva. Sentía que su cabeza iba a explotar. Un quejido escapó de sus labios. A lo lejos creía escuchar los sollozos de Quackity.

Sus pies se tropezaron entre ellos y Luzu cayó, pero apenas y percibió el golpe a comparación del dolor ya inundando sus sentidos.

Incluso con sus ojos cerrados, la visión de Luzu se volvió blanco puro.

◇ ◇ ◇

—Oye, Sapo Peta, a mí no me parece que ese señor esté bien.

Si pudiera describir cómo se sentía, Luzu lo habría comparado a cómo si alguien hubiese cogido un pico de diamante y lo hubiese martilleado con su cabeza repetidas veces, a ver que podía conseguir su cráneo. Y después, como si no hubiese sido suficiente, lo había arrastrado por todo el pueblo amarrado de las piernas para después lanzarlo con una mina a las profundidades del mar.

rebobinadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora