luzu

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Luzu había tenido más fe en Sapo Peta.

Para ser una casi deidad tan antigua y poderosa, todo su plan había sido un reverendo desastre de inicio a fin. Mientras más Luzu le interrogaba, más se daba cuenta que Sapo Peta se estaba inventando toda la coartada sobre la marcha y que ajustaba o cambiaba detalles respecto a las propias respuestas de Luzu, siendo vago con los detalles y haciéndose el loco sobre cosas que Luzu sabía él podía responder. No había planeado nada más allá de borrarles la memoria.

La conclusión a la que había llegado Luzu entre risitas y preguntas era que Sapo Peta no podía predecir por completo la potencia de la máquina y estaba jugándosela por los cielos con todo este plan. Tenía claro el funcionamiento de la máquina, obviamente, pero ni él conocía con certeza cómo podría afectar una amnesia clínica del tipo que acababa de realizar.

Eso era una ventaja para Luzu, porque Sapo Peta no tenía forma alguna de saber la verdad a menos que él se equivocara o directamente se lo confesara. Pero también significaba que ni él, ni Sapo Peta, sabían de verdad qué era lo que estaba pasando por la cabeza de Quackity.

Quackity no había hablado casi en todo el rato que llevaban despiertos y, para empeorar el asunto, lo poco que sí había dicho sólo había conseguido preocupar a Luzu.

La máquina había borrado los recuerdos de Quackity sobre él, sí, pero no podía crear nuevos recuerdos. Parecía que la mente de Quackity estaba tratando por sí sola de rellenar los vacíos con escenarios alternos lo más cercanos a la realidad posibles, pero había eventos claves que su mente directamente le resultaba imposible justificar y que lo único que conseguían era confundirlo.

Luzu necesitaba descubrir qué era lo que Quackity creía recordar y qué no lo más pronto posible.

◇ ◇ ◇

El mundo estaba teñido de naranjas y blancos, el invierno iniciaba. Luzu ni siquiera se había dado cuenta en cuál estación estaban, desde que todo se había ido al infierno tras las elecciones había dejado de lado muchas cosas, y ahora se estaba dando el lujo de poder disfrutar un poco de la paz.

—Entonces nunca hemos coincidido. —dijo Luzu, en un intento de romper el hielo.

Quackity caminaba a su lado. Sapo Peta por fin los había dejado solos, pero Luzu no dudaba que debía estar escuchandoles, igual no pensaba romper carácter ni ahora, ni nunca. Igual aún no tenía mucha confianza de cómo tratar al chico por fuera de cómo había sido antes de las elecciones.

Pero era difícil.

—Bueno, creo que eso ni se duda —Quackity cerró la conversación sin siquiera mirarle.

Era difícil ignorar el palpitante recuerdo de todo el dolor que le había causado con una sonrisa mientras Quackity le trataba como un desconocido del que no quería saber nada.

No entendía por qué no había vuelto a ser como el de antes. Durante la Revolución, Luzu había tenido la esperanza que su Quackity estaba allí, adentro, enterrado en medio de todo el rencor y odio, y que sólo debía encontrarlo de nuevo. Había pensado que el borrado de memoria podría ser una segunda oportunidad, pero ahora el camino parecía incluso más inclinado que antes. Era empezar de cero, y Luzu no sabía bien qué tan dispuesto estaba a sufrir de nuevo por ello.

Los dos siguieron avanzando sin mediar más palabra. Luzu de verdad que no sabía cómo volver a tratar de iniciar una conversación sin que se sintiera directamente incómodo, e igual Quackity no estaba dispuesto a hablar. Era un callejón sin salida.

Cuando se encontraban ya en las premisas del pueblo, Quackity paró.

—Bueno, creo que nos estaremos hablando—No puede ser —. Yo me voy por acá.

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