quackity

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Fue el gruñido de un lobo lo que lo despertó.

Quackity parpadeó rápido, tratando de enfocar sus ojos. Los bordes de su visión seguían borrosos y el mundo daba vueltas, pero su interior le gritaba que tenía que moverse ya, ya, ya.

Como pudo se alzó de la cama, aún mareado por el repentino despertar, y trató de centrarse. Una sombra se asomaba por la ventana de la habitación, pero eso era imposible porque estaba en un segundo piso cómo, cómo, cómo.

La sombra en la ventana le observaba. No era el lobo, era algo más, una persona. Quackity no tenía que verlo para saberlo. El terror se sembró en su pecho y evitando la ventana se aventó a por la puerta, sin tener claro qué iba a hacer, a dónde iba a ir, sólo tenía que salir de allí lo más pronto posible. Sus manos temblaban mientras trataba de abrirla.

Cayó al pasillo, su respiración trastocada por su propio nerviosismo. Sin mirar atrás, se arrastró hacia la pared buscando escondrijo. Trató de organizar sus pensamientos, pero su cabeza sólo daba vueltas y no. quería. funcionar. El mundo se cerraba a su alrededor, la sombra se acercaba. Quackity sólo dependía de lo que dictara su cuerpo, pero de alguna forma ya sabía el final de la historia.

Buscó las escaleras, por poco y tropezando en ellas. Necesitaba un arma, ¿dónde estaba su pistola? Necesitaba su pistola. Pero él nunca había tenido una pistola, por qué querría él una pistola.

Había una pistola en su mano.

Quackity la agarró como un hombre se agarra a un tablón en medio de un naufragio. Esta era su única defensa, era él contra el mundo y no le importaba. Lo que fuera que estuviese detrás de él, iba a encargarse de sepultarlo tres metro bajo tierra.

Llegó al salón principal, poco iluminado a la luz de la luna. Había algo debajo de la alfombra, justo en la mitad del salón, Quackity sabía que era pero no podía recordar bien. ¿Tenía que recordar algo?

La sombra estaba a su lado, ¿cuándo había llegado? Quackity se apartó bruscamente, terror absoluto recorriendo su cuerpo. Ante él, la luna le permitió ser. Era una mujer, una chica, Quackity la conocía, la conoció, alguna vez. La chica lo miró, y su cara se deformó en una expresión de temor, lágrimas se asomaban en su rostro y de repente Quackity recordó que le estaba apuntando con su pistola.

El lobo gruño por fuera de la casa, y comprensión bañó a Quackity. La verdadera amenaza siempre había sido él.

La chica gritó, el lobo estaba en el salón. Quackity le disparó pero eso sólo enardeció más al lobo que se lanzó sobre la chica. Él trató de llegar a ella pero el salón se alargó, era eterno, no podía llegar, lo único que podía hacer era observar impotente como el lobo desgarraba a la chica y cómo en su cabeza su voz gritaba una y otra vez: "Este no era plan, esto no debería haber pasado, no, no, este es el fin. No puedo dejar que se enteré, si se entera, si se entera yo..."

—¿Quackity?

La luz del salón se encendió.

El lobo y la chica habían desaparecido, Quackity estaba solo en el salón. En la entrada del salón se encontradaba Luzu, una clara expresión preocupada en su rostro.

Su pecho seguía moviéndose agitadamente, no quería ni imaginarse cuál cara estaría poniendo.

Luzu se acercó con cuidado, sus manos visibles, como si fuese una fiera herida que fuese a saltarle en cualquier instante. La confusión volvió a él, como solía pasarle cada vez que estaba en su presencia. Una parte de su cuerpo le gritaba que respondiera a la muestra, que se recostará en su pecho, que Luzu era seguridad, felicidad. La otra, sin embargo, le respondía con fiereza que le apuntara, que no podía confíar en él, que lo último que debía hacer era dar su mano a torcer porque la última vez...

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⏰ Última actualización: Jan 25, 2023 ⏰

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