Capítulo 1
Era una mañana agradablemente fresca, lástima que fuese lunes. Gotas de brisa se deslizaban por la ventana, la habitación era acogedora. Ya que siempre me ha encantado el clima frío decidí abrir la ventana y dejar que el viento entrara para poder envolverme en su frescura. Mi madre entró a la habitación, aunque solamente me hizo un gesto sabía lo que debía hacer.
Era ya la última semana de estudios, no podía faltar ya que me había esforzado tanto por conseguir las mejores notas. Mi rendimiento académico no era el mejor, desde el principio del año había tenido varias faltas y una más me haría perder. Ya cuando me vi al borde de la desesperación empecé a hacerlo mejor ¿Es cuando sientes presión que te esfuerzas por lograr algo? Me había apiadado de mí para terminar ese tormento.
Tendí mi cama y me di una ducha, al terminar bajé al comedor donde me esperaban mi hermana y madre, ambas con una enorme sonrisa en el rostro.
-¿Por qué tan felices?
-Mia ¿Te duchaste con agua fría de nuevo? -mencionó mi hermana.
-Por supuesto, es agradable para mí.
-No entiendo como puedes ser tan valiente, yo no lo haría.
Le regalé un sonrisa a mi hermana al ver sus gestos tan dulces.
-Deberías apresurarte hija, se te hace tarde. Mencionó mi madre.
Salí de casa y la verdad no tan apresurada, me gustaba tomarme un tiempo para contemplar mi entorno, disfrutar el canto de las aves y ver el hermoso cielo azul.
Al llegar al colegio, dejé mis cosas en el escritorio y caminé hacia la cafetería. Gracias a mi personalidad desinteresada la existencia de amigos en mi vida era nula. Siempre he sido una persona muy distante, socializar me cansa muy rápido, no puedo conectar con las personas, no expresaba ningún sentimiento a nadie eso es quizá el por qué nadie se acercaba. No había nadie que intentara hablarme, no era como que me importara pero a veces me sentía bastante infeliz. Desde pequeña me han gustado los pequeños detalles, como; las plantas, ver el amanecer, respirar aire fresco, ver lo hermosa que es la naturaleza etc. Mi corazón se sentía completo al hacer las cosas que me gustan. No esperaba nada de nadie porque sabía que solo yo podía entenderme. Ya que no podía expresarme por medio de palabras, solo podía sentir las cosas, no sabía cómo compartir ese sentimiento.
Apreciaba bastante mi soledad pero había alguien queriendo robarla de una manera la cual me molestaba, mi tormento tenía un nombre “Karina”. Esta chica ignorantemente creía que podría ser mi amiga, tenía el tipo de personalidad que no podía soportar, claro que dentro de mis pensamientos estaba el ignorarla. Si ocasionalmente le hablaba era por puro respeto. Cuando regresé a mi escritorio, noté que había un pequeño pastel de fresas con crema, al ver eso supe muy bien de quién se trataba.
-¡Mia! -escuché a mis espaldas. Karina se dirigía a mi
-¿Puedes explicarme el por qué esto está en mi escritorio? -le pregunté seriamente.
-Mi madre te ha preparado este sabroso postre, he notado que te gustan las fresas con crema -dijo con una enorme sonrisa en su rostro.
-Karina ¿Por qué tú madre me enviaría un postre a mi?
-La verdad es que le he hablado a mi madre sobre ti, ella piensa que somos mejores amigas.
Intenté recordar si alguna vez había hecho algo que provocara este tipo de confusión en ella. No recordaba nada.
-¿Cuánto le has hablado a tu madre sobre mi? Quiero que tengas muy claro que no te considero una amiga, disculpa pero así es.
-Descuida sé muy bien que no te agradan este tipo de cosas pero yo sí te considero una amiga. Hay algo más que debo mencionar y es que mi madre te invita a cenar hoy en casa. Por favor no faltes, acepta sin excusas.