Marcia se encontraba en su oficina revisando un par de papeles sobre el proyecto que tenía con Gaspar, cuando la puerta se abre bruscamente seguida de la voz de Esteban reclamando una vez mas los accionar de ella.
...
- ¡Yo puedo todo, todo y más! Puedo contratar a quien se me de la gana sin consultarte nada. ¿algo más? – procede a preguntar la pelirroja, jalándolo del traje que llevaba el empresario.
- A veces me dan ganas...- pronuncio Esteban tomándola de la cintura y acercando su cuerpo al suyo.
- ¿De matarme o hacerme el amor? – lo interrumpió ella hablándole sobre la comisura de sus labios y de una manera bastante seductora la cual volvía loco a cualquiera.
- Las dos cosas – afirmo él.
Sus cuerpos estaban demasiado cerca, sus respiraciones chocaban y sus labios se rozaban. Sus manos comienzan a acariciar la cintura de Marcia suavemente recorriendo su espalda hasta llegar a su cuello y poder sostener su cara. Por otro lado, Marcia se sentía demasiado confundida, el deseo de sentirlo una vez más se apoderaba de ella, sus manos recorriendo su cuerpo la habían hecho perder el control de su respiración. Abrió los ojos y se encontró con el moreno mirándola fijamente, con una leve sonrisa. No se pudo aguantar más así que coloco su mano derecha en la nuca y lo atrajo aún más hacia ella juntando sus labios con fuerza, rompiendo toda distancia entre ellos, el beso empezó a ser intenso, sus lenguas se juntaron formando una danza en una perfecta sincronización.
Volvió a colocar las manos en su cintura haciéndola girar para que esta chocara con el escritorio, en un micro segundo la tomo con delicadeza y la sentó sobre este, comenzó a acariciar sus piernas de una manera desesperada, abandono sus labios y bajo hasta su cuello para atenderlo de la manera mas placentera posible, dejando largos besos que hacen que pequeños gemidos se escapen de sus labios.
Marcia totalmente entregada lo jalaba de su cabello y le mordía el lóbulo de su oreja dejándole oír su respiración entre cortada, con sus manos comenzó a quitarle el saco y siguió con su camisa, empezó a acariciar el torso del empresario desesperadamente.
Esteban busca su boca y desliza sus manos por debajo de la falda subiéndola lentamente para tener un acceso más cómodo a su entre pierna. El frio del escritorio la hace caer en su realidad.
- Esteban, por favor para – le suplico entre besos y haciendo presión en su pecho para que se alejara.
- ¿Estás segura? ¿quieres que pare? – le pregunta rozando sus dedos por encima de sus bragas.
- No, continua, ¡por favor! – se atrevió a decirle arqueando su espalda y dejando salir un pequeño gemido, sabía que no debía, pero la sensación que le provocaba ser tocada por él ya era algo irresistible.
De una manera brusca le corre su ropa interior e introduce sus dedos separando los pliegues y encontrando su clítoris, presionándolo y haciendo movimientos en forma circular, provocándole un pequeño gemido al sentir el contacto placentero de su piel con la de ella.
- Te deseaba tanto. – le susurro él entre besos.
Marcia necesitaba más, aunque se negara, lo extrañaba, era el único hombre que la había hecho sentir, que conocía sus debilidades, en ese momento de locura no cabía lugar para las dudas, ni para el pasado, sabía que después de esto iba a arrepentirse, sabía que él no se merecía tenerla de ninguna de las maneras posibles, pero también sabia escuchar sus deseos y nunca fue una mujer de no hacer lo que sentía. Invadida por todos sus pensamientos busca los labios del empresario y con sus manos comienza a desabrochar su pantalón y acariciar su miembro por encima del bóxer, produciendole un pequeño gemido soltado en la comisura de sus labios.
Esteban enloquecido por lo que estaba haciendo la pelirroja decide suavemente recostarla sobre el escritorio, pero torpemente tirando todos los papeles y de más cosas que podía haber allí al suelo, procede sacarle las bragas y subir un poco mas su pollera. Le roza el entre piernas con su miembro, lo que él quería era torturarla y definitivamente lo estaba logrando. Marcia por su lado ya no podía no sentirlo, su necesidad aumentaba en cada segundo, agarra su miembro y lo libera de la tela que ya había empezado a molestarle. El empresario claramente entendió el pedido y la introduce sin ningún pudor y continúa moviéndose suavemente, pero las caderas de ella exigían más. Cuando están por comenzar a moverse en compas, son interrumpidos por el golpe de la puerta.
- Señora Marcia, ¿puedo pasar? – pregunta la secretaria desde el otro lado de la puerta.
- Ya luego te llamo Celia, estoy arreglando unos asuntos con el señor Lombardo – respondió tratando de controlar su respiración agitada.
- Solo quería avisarle que el señor Gaspar esta por ingresar a la empresa.
Esteban se sale de ella con mucho cuidado, se baja del escritorio y se sube su ropa, Marcia por otro lado hace lo mismo bajándose su pollera y acomodando un poco su cabello.
- Ayúdame Esteban, ayúdame a acomodar este quilombo- le pidió con un tono frio, seco y de desagrado como venia haciéndolo desde que se reencontraron.
- Relájate Marcia, nadie nos vio.
- ¿Cómo pretendes que me relaje? , esto fue una locura, no puede volver a pasar -dijo ella entre lágrimas.
Esteban otra vez la toma por la cintura y con sus dedos apoyados en su mentón hace que lo mire.
- Fue la locura mas linda que he hecho en mi vida y estoy seguro que de la tuya también. -le confiesa con cierta seguridad y secando las lágrimas que corrian por los cachetes ruborizados de la mujer, debido a la situación en la que se encontraban minutos antes.
- No Esteban, para mi nada de esto fue lindo, me falte el respeto a mi misma, tu no mereces nada de mi y mucho menos sexualmente, yo a ti te odio, te desprecio y aún más después de esto. Así que te pido por favor que agarres tus cosas y te largues antes de que pueda llegar Gaspar.
Él sabía que mucha de las cosas que habían salido de su boca no eran ciertas, pero en ese momento ya no había tiempo para discutírselo, rendido va a tomar su saco del piso cuando encuentra las bragas de la pelirroja.
- Por lo menos permíteme llevarme un recuerdo – le suplica acercándose a la puerta antes de que esta no se lo permitiera.
- Recuerda que mañana tenemos cita en el registro civil- le grita ella para arruinarle el momento a Esteban, sabia que con eso iba a lograrlo o quizás o no.