2- Deseo

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Marcia había tenido un día bastante pesado como de costumbre, pero el encuentro con Florencia le había dejado un mal sabor, necesitaba regresar a su casa a ducharse, bueno, mas bien a la casa del hombre que tanto daño le había hecho. Y en lo que cabe tratar de relajarse, aunque era casi imposible, a pesar de que sus hijos se encontraban allí, no lograba sentirse cómoda, además de que el vacío de sentirse sola se hacia presente en ella.
Si, era consciente de que no estaba sola en la casa, pero de allí solo podía empatizar un poco con Inés, porque hasta sus hijos la rechazaban tajantemente.

Luego de unas horas de duro trabajo decidió que ya era hora de marcharse, dejo todo listo para el día siguiente y un par de órdenes para Álvaro y se dispuso a dejar el lugar cuando una voz la detiene.

- Ya te retiras. – pregunto el moreno acercándose a su esposa.

- Y pues, es muy obvio, ¿no? – respondió ella de una forma sobrante.

- Vas a ir a la casa o te vas a ir por ahí con tu amante.

- No es algo que a ti debería importante. – dijo en seco y abandono el lugar. Quizás si no hubiese estado tan cansada la conversación y los reproches continuarían, pero lo único que deseaba era marcharse de ahí.

Por otra parte, Esteban se había quedado con la duda de que haría Marcia, pero intento auto convencerse de que no le importaba, quiso continuar viendo uno de los tantos papeles que tenia por revisar, pero una lluvia de momentos con la pelirroja se apoderó de su mente. Pues desde que comenzaron a vivir bajo el mismo techo y compartir el mismo espacio de su habitación no lograba quitársela de la cabeza, tenia muy claro sus sentimientos o eso creía, pero no podía evitar pensarla en algún momento del día y eso aumento más luego del reencuentro que supieron tener en la oficina de ella.

- Ya basta Esteban, tú no puedes sentir nada por esa mujer mas que desprecio, recuerda que te traiciono. – se repitió así mismo un par de veces.

Acomodo los papeles y decidió marcharse a su casa, puesto a que con esos pensamientos no iba a poder continuar con su trabajo y estar allí pensando era una pérdida de tiempo.

Marcia hacia rato ya había llegado al lugar y le aviso a Inés que iría por una ducha y después bajaría a organizar la cena.

- Hermano, ¿qué tal tu día? – pregunto la hermana del moreno acercándose a la puerta de entrada para saludarlo.

- Con muchísimo trabajo como de costumbre. Iré a ducharme y bajare para la cena.

- Marcia debe estar usando el baño de la habitación porque repitió las mismas palabras que tú.

- Cómo? ¿Marcia está aquí? – pregunto el moreno con una leve sonrisa, le aliviaba saber que se encontraba en la casa y no por ahí con su abogado.

- Si, ella llego unos 30 minutos antes que tú.

- Ah, bien. Bueno me marchare así estoy listo para la hora de la cena.

Esteban entro a la habitación, busco su ropa y se dirigió a ver si el baño ya estaba desocupado, pero se encontró con una grata sorpresa, la silueta de la pelirroja completamente desnuda que podía verse apenas atreves de los cristales. Su cuerpo empezó a querer moveré por si solo, la necesidad de adentrarse allí y poder hacerla suya lo estaba matando, su respiración empezó a cortarse y su corazón iba a mil. Sabía que si seguía unos minutos más allí cometería una locura, adentrase con ella no iba a ser la mejor opción, era consciente de que podía ser rechazado e incluso era consciente de lo mal que hacía espiándola. No debía pasar los limites así que con dificultad camino hacia el sillón y ahí se detuvo unos minutos para poder tranquilizarse y de paso darle tiempo a la pelirroja que saliera de la ducha.

Esos minutos parecieron una eternidad, las imágenes del cuerpo de su esposa pasaban por su mente en un constante boomerang.
Ya no podía más, así que inconscientemente se paro y camino hacia el baño otra vez.

- Em, perdón. – dijo el moreno algo entre cortado, no sabia como fingir su nerviosismo, para no levantar sospechas de lo sucedido anteriormente.

- No, no te preocupes, esta bien. – le contesto la pelirroja acomodándose la bata de baño y no dándole importancia a las circunstancias en las que se encontraban.

- Em, puedo usar otro baño.

- No hay problema Esteban. – volvió a decir esta en un tono bastante amable, cosa que ella no solía hacer con él.

Quedaron viéndose unos segundos, pero fueron los suficiente para que el hombre tomara la iniciativa, la jalo bruscamente por la cintura y estrecho sus labios con los de ella. Era un beso cargado de deseo, con tanta fuerza que la pelirroja no tuvo tiempo de reaccionar.
Sus lenguas se buscaban, el calor empezó a presentarse en ambos y la ropa ya estorbaba demasiado. Marcia de la manera más rápida le quito el saco y comenzó a desprenderle la camisa sin importar que los botones saltaran por todo el lugar. El moreno desato su bata y cuando iba a quitarla esta no lo permitió.

- Detente por favor. – dijo apenas

- No me pidas eso Marcia.

- Tú no me hagas esto Esteban, no puedo permitírmelo por segunda vez, no esta bien, tú no lo mereces, no me mereces.

- Marcia, yo no se que merezco y que no, lo único que tengo claro es que te deseo, te necesito, y que tu sientes lo mismo. Por segunda vez arriesguémonos, escuchemos a nuestro corazón, dejémonos llevar. – pronuncio el moreno y con delicadeza tomo su cara para volver a besarla.

Termino de quitar su bata y se alejó unos centímetros para poder observarla, recorrió su cuerpo de arriba abajo.

Marcia se sentía muy nerviosa por la forma en la que él la miraba y deseaba, estar junto a él completamente desnuda después de 20 años no era algo fácil, un montón de emociones se hacían presentes y su cabeza viajo al pasado y al recuerdo de su primera vez, el miedo se sentía igual y el deseo de sentirse era aún más fuerte que aquella vez.

Esteban se sentía en otro mundo, no podía asimilar que tenia en frente de sus ojos a la mujer de su vida otra vez desnuda frente a él, le parecía todo demasiado irreal. Había esperado mucho para este momento, aunque después lo negará, siempre había sido así, él podía estar con las mujeres que quisiera pero nunca pudo olvidarse del olor de su piel, ni de lo placentero que eran cuando hacían el amor.

Se acerco un poco y comenzó a dejar pequeños besos por sus clavículas y con sus manos acariciaba su espalda de una manera desesperada, continuo con el camino de besos hasta llegar a su feminidad a la cual empezó a atender con su tibia lengua. El contacto de su lengua con su piel le hace soltar un pequeño gemido. El moreno comienza a hacer círculos y succiona aquel punto de placer logrando que ella gimiera aún más fuerte, la estaba matando, pero de placer.

Ella ya sentía correrse cuando este se detiene y la sube al lavamanos para embestirla con más comodidad, podía sentir lo apretadas que estaban sus paredes así que comenzó a hacer movimientos lentos hasta sentir que su cuerpo estaba adaptado al suyo.

Aumento la velocidad de sus caderas, haciendo que los gemidos de Marcia hagan lo mismo. Posa sus manos en los pechos de ella y comienza a apretarlos y moverlos delicada y suavemente, lo suficiente como para torturarla.

El ritmo de sus caderas cada vez era más rápido, logrando que las paredes de la pelirroja lo aprieten más hasta quedar al punto de perder la cordura. Sus cuerpos se acoplaban tan bien, parecían estar hechos el uno para el otro.

En el lugar solo podían escucharse sus gemidos y sus respiraciones agitadas al estar a segundos de correrse juntos. Hasta que ella hablo.

Te deseaba. Desde que regrese necesitaba tenerte así. – se atrevió a decir la pelirroja con la respiración agitada y completamente perdida por el placer del momento.

LA MADRASTRA                                                  one shot- marcebanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora