- Yo te he deseado durante 20 años, te buscaba en cada una de las mujeres con las que estuve. Tenía una necesidad de ti muy grande. - le susurró el moreno sobre sus labios intentando recuperar la respiración.
- Hasta que encontraste a Paula...- pronuncio la pelirroja con un dolor en su voz y se alejo de él rápidamente para comenzar a cubrirse con la bata.
- No, no es así. Incluso te busque en Paula millones de veces.
- No hace falta que me mientas, tú mismo me dijiste que Paula era totalmente diferente a mí, que era una verdadera mujer y no una cualquiera como yo. - cada palabra pronunciada por ella salía cargada de dolor, de rabia y de celos.
Sus lágrimas no tardaban en salir cada vez que ambos mantenían una conversación, la única manera que encontraban para hablarse era compitiendo por ver quien lastimaba más al otro.
- Olvida lo que dije aquella vez, no hay mujer que se compare a ti en ningún de los aspectos. Yo creí que amaba a Paula pero no es así. Desde tu ausencia me la pase de mujer en mujer, nunca pude sentir nada por ninguna de ellas. Pero Paula con sus encantos me hizo creer que podía formar algo con alguien después de mucho tiempo y para serte sincero estaba cansado de estar solo, necesitaba una persona a mi lado, alguien a quien contarle mis problemas, alguien que al final del día estuviese para mí. Pero todo eso solo era una farsa porque el día que te vi entrar por la puerta de ese restaurante supe que siempre ibas a ser vos.
Él moreno estaba abriendo su corazón, se estaba permitiendo desarmar esa coraza que se había armado durante años, por fin se estaba sincerando con ella.
- No puedo creerte Esteban, tú quieres a Paula y me lo has demostrado desde el día en que regrese. - le dijo tajantemente y secando sus lágrimas. No iba a permitirse caer en sus mentiras, sabía que el moreno sentía algo por aquella mujer.
- Por favor no cometas el mismo error que yo, créeme, yo no siento nada por Paula y todo lo que he hecho ha sido por pura venganza, después de que te vi con tu abogado no podía soportar la idea de que estuvieras con otro hombre y aunque estés en todo tu derecho a mí de solo pensarlo me hervía la sangre.
- ¡YA BASTA! cómo me pides que crea en ti si hasta te fuiste a pasar nuestra noche de bodas con ella, deja de querer confundirme y enredarme con tus arrepentimientos. - le dijo la pelirroja en un tono de vos elevado.
- Marcia tranquilízate. - le pidió el moreno mientras se acercaba a ella para tomarle las manos. - Escúchame, yo esa noche no me fui a pasarla con Paula, me fui a dormir a mi oficina.
- ¿Qué? - preguntó la mujer totalmente confundida.
- Así como oyes, no quería quedarme contigo porque eran muchos sentimientos reencontrados en mi, los momentos del pasado me atormentaban, el darme cuenta de que íbamos a tener que vivir en la misma casa no era fácil de asimilar, más cuando yo espere por tu regreso durante todo esté tiempo y ahora que habías vuelto empece a caer en cuenta de las mentiras que yo había creado, de que toda mi vida era una completa farsa y sabía que con tu llegada todo iba a cambiar y sentí mucho miedo.
Marcia permanecía mirándolo con todo el amor que aún sentía por él, lo conocía lo suficiente como para darse cuenta de que le estaba diciendo la verdad. Tampoco quería ceder tan rápido hacía él y ni brindarle contención, pero a pesar de todo el dolor ella era una mujer con un corazón gigante y odiaba ver mal a las personas que amaba.
Sin pensarlo colocolo sus manos en la cara de Esteban, se acercó lo suficiente y lo besó con delicadeza, con amor. Necesitaba hacerlo después de aquella confesión. Ella era consciente del daño que él le había causado, pero era una mujer muy inteligente como para darse cuenta de que a él también lo habían lastimado, sabía que se había vuelto un marioneta para su hermana y sus amigos.
El beso iba tomando velocidad y temperatura, las ganas de amarse una vez más se hacían presente. Sus lenguas se buscaban con desespero, sus bocas iban al mismo compas. Las manos del moreno acariciaban desesperadamente el cuerpo de su esposa por encima de la bata. En el lugar solo se escuchaba sus respiraciones agitadas y el ruido de sus besos.
- Ayúdame a creer en ti por favor Marcia. -le susurró Esteban entre besos y una vez más se fundieron en la llama de la pasión, se entregaron uno al otro pero de cierta forma con más confianza, con más alivio, aquella conversación ayudo a que ambos se liberaran un poco más y no tuvieran miedo de expresar lo que sentían el uno por el otro