Cuenta la historia de Ludmila, quien está totalmente ajena al mundo del fútbol. O eso se pensaba hasta que conoce a Tomás: un ejecutivo e intenso hombre que pone la atención en ella; quien se niega a abrir las puertas al amor. Allí es donde escucha...
— ¡bueno! —dice antes de que me bese y Enzo se separa de mi. —bien, entiendo, entiendo que de verdad te gusta Ludmila. Dice y nos mira antes de irse. Enzo lo ve mientras lo sigue con la mirada hasta que ya no hay más rastros de él.
—wow, fue demasiado, ¿cómo sabías que iba a venir detrás mío?
—te venía siguiendo desde que saliste del vestuario, sabía que algo estaba pasando. Explica y me quedo mirándolo unos segundos mientras pienso en lo que hubiese sido.
—si Tomás no te hubiera parado, ¿me ibas a besar de verdad?
— ¿de verdad creíste que te iba a besar? —ríe. —solo hice eso porque Tomás estaba yendo detrás tuyo. Dice y me quedo pensando aún más confundida por lo sucedido hace unos días. Primero me besa. Después dice que no me besaría. Después escucho que los borrachos siempre dicen la verdad. No entendía nada.
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—relájense, coman tranquilos, que hoy está todo pago por mi. —les digo señalando la comida. Había aprovechado el almuerzo en el trabajo para invitar a Anne y Santi, y compartir un momento junto a ellos.
— ¿estás bien? ¿te duele algo?
—callate. Solo estoy invitándolos porque no nos vemos seguido, y porque me agrada pasar tiempo con ustedes. —explico calmada mientras sonrío. —por favor coman, coman que se va a enfriar. Empezamos a comer, y cuando vamos a meter el primer bocado, se me ocurre hablar.
—pero ya que estamos acá, se me ocurrió...
—preguntarnos algo. —Santiago finaliza la frase por mi. Dejando a un lado su comida para mirarme entrecerrando los ojos.
— ¡ey! ¿Cómo sabes?
—porque sos tan mamerta que en vez de preguntarme si podes hablarme de algo, preferis chantajearme con comida para que después te diga lo que queres escuchar.
—bueno amor, dejala que pregunte. —le dice Anne tomando su brazo. — ¿qué es, Lud?
—gracias, Anne. Y la cosa es que tengo una amiga en el club, y está un poco preocupada porque no sabe si su amigo... bueno pongamoslo así: llamemos al sujeto 'A'. Entonces pregunto si yo le gusto a 'A'... ¡no, digo...! Y-yo, no, quiero decir, n-no... —me corrijo porque ellos me miran confundidos. —se pregunta si 'A' gusta de ella, me refería a mi amiga, a mi amiga.
—entonces... ¿de quién se trata exactamente? Puedo hackear su cuenta de Facebook.
— ¡oh! No, no, no, no. No queremos llegar a eso. Niego usando las manos.
