Un trueno a la distancia lo hizo despertar, sobresaltándolo. Poco a poco sus ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad que lo rodeaba y se tranquilizó. Estaba en su habitación y afuera empezaba a llover. Por un breve momento había pensado que aún se encontraba encerrado en aquel horrible lugar, pero el sonido de una respiración a su lado lo trajo de vuelta a la realidad.
Sara dormía plácidamente entre sus brazos, completamente ajena a lo que le ocurría a él. La observó con detenimiento y sonrió. A pesar de los años, su esposa seguía siendo la mujer más hermosa que había visto en su vida, y él era el hombre más afortunado por tenerla a su lado.
Aún le costaba creer que ella lo siguiera amando y lo perdonara tan rápido después de todo lo que había pasado. Recordó el momento exacto cuando se habían visto después de cuatro años separados y la reacción que su esposa había tenido hacía con él, aceptándolo tan fácilmente y protegiéndolo cuando las autoridades intentaron llevárselo de nueva cuenta. Incluso lo había dejado quedarse de nuevo en su casa, aun cuando ella no sabía todo lo que él había atravesado.
Pero así era su Sarita, hermosa por fuera, pero aún más hermosa por dentro.
Y en ocasiones como esta, cuando la oscuridad de la noche y sus pensamientos dañinos lo envolvían, él sentía que no la merecía. A pesar de que ella le había jurado que también había cometido errores y que no había nada que perdonar, que ahora solo quedaba dejar el pasado atrás y ver hacia adelante, juntos. Ese día se había prometido no ocultarle nada más y encargarse de hacerla feliz por el resto de su vida. Y estaba dispuesto a cumplir esa promesa.
Con esa resolución en mente se dispuso a salir de la cama. Pensar demasiado lo había agotado, necesitaba despejarse un poco antes de volver a intentar dormir.
Con extremo cuidado acomodó a Sara sobre la almohada y se enderezó, girándose después para cubrirla con la sabana.
Afuera, la lluvia había ocasionado una ligera disminución de la temperatura y él no quería que le pasara nada.
Con sus pantuflas puestas, caminó hacia las dos sillas al frente de la cama y de una de ellas tomó su bata de dormir, colocándosela mientras se dirigía a la puerta de la habitación en completo silencio, no sin antes voltear su cabeza hacia la cama para comprobar que su esposa siguiera dormida.
Salió de la habitación y bajó las escaleras sin hacer ruido. Sabía que no había necesidad de hacerlo, pues Gaby esa noche se encontraba durmiendo en casa de una amiga e Irene había salido a visitar a su familia a las afueras de San Marcos. Aun así, no podía evitar ser cuidadoso y tratar de pasar desapercibido. Los años en prisión le habían enseñado a moverse entre las sombras sin ser visto.
Se acercó a la cocina y abrió la nevera, buscando algo para beber y refrescarse un poco. La jarra de limonada que habían servido durante la cena llamó su atención y la tomó. De la encimera agarró un vaso y se sirvió, volviendo a colocar la jarra dentro del refrigerador cuando terminó. Justo cuando tomaba el vaso dispuesto a dar el primer trago, otro trueno lo sobresaltó, haciendo que derramara un poco del líquido sobre la encimera, maldiciendo por lo bajo.
Odiaba aquella situación, cosas que antes no lo molestaban ahora lo asustaban y lo hacían sentirse un poco torpe. Y si, comprendía que no podía recuperarse de la noche a la mañana por arte de magia. Su terapeuta se había encargado de explicarle que era completamente normal reaccionar así, que cada persona llevaba un proceso diferente y que no se presionara por volver a sentirse como antes. A fin de cuentas, lo que él había vivido no era cualquier cosa y tomaría un tiempo en volver a ser el hombre que era antes de marcharse.
Limpió lo que había derramado y al terminar, con el vaso en la mano, se dirigió hacia la sala, tomando asiento en uno de los grandes sillones, por fin dejando que el líquido recorriera su garganta.
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Sara y Franco ♡ | Oneshots.
FanfictionOneshots de Sarita y Franco a través de los años. Portada hecha por Celes ♡