Una pequeña confusión

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Sara

Bajó las escaleras con prisa, casi corriendo. Se le había hecho tarde y tenía una reunión con un hacendado importante para cerrar la compra de un ejemplar. El hacendado dejaría la región el día de mañana, por lo que Sara sabía que esa era su última oportunidad. Desde la noche anterior, había planeado su encuentro, alistó su ropa y dejó la alarma puesta.

Por desgracia, las cosas no habían salido como pensaba. Y su marido era el culpable. Por supuesto no lo había hecho a propósito; Franco Reyes jamás haría algo para dañar a su esposa. Sin embargo, la noche anterior había desconectado la alarma por error y ella no se había levantado a tiempo.

Vio a su esposo y a sus hijos desayunando en el comedor, y por mucho que le hubiera gustado sentado desayunar con ellos como siempre lo hacían, no iba a ser posible. Además, si era sincera consigo misma, estaba un poco molesta con su marido.

No era justo, por supuesto. Pero Sara siempre se había jactado de ser una persona puntual y responsable, y ahora por un descuido de su esposo, iba a llegar tarde.

Caminó hacia la cocina, donde Irene le tendió un vaso de jugo. Lo bebió rápidamente, tomó sus cosas —al menos eso lo había dejado preparado la noche anterior también— y se despidió con un beso de sus hijos. A su marido, en cambio, solo le dijo adiós con la mano. Ni siquiera fue consciente de eso, pero como seguía molesta, con prisa y se había quedado  sin desayuno, sus emociones le habían jugado una mala pasada.

Salió de la casa, se montó en su camioneta, y partió sin mirar atrás. Mentalmente pidió que ningún otro contratiempo se le presentase, no podía perder más tiempo.

Fue hasta que iba a mitad de camino, que se percató que no se había despedido de Franco como siempre lo hacía. Pero ya era muy tarde, no podía regresarse solo a eso.

Por lo que siguió su camino, tenía la confianza en que iba a llegar justo en la hora. Si todo salía bien, ya tendría tiempo de celebrar con su marido.

Total, ¿qué más podría salir mal?

Gaby

Para la pequeña Gaby, de 8 años, aquél día estaba convirtiéndose en uno de los peores que había tenido en su corta vida.

Primero, sus papás se comportaron extraño en el desayuno y eso la tuvo pensando toda la mañana. Segundo, la niña popular de su clase que tanto le caía mal le había ganado un concurso de dibujo, todo por estar distraída. Y tercero, era su tía Jimena quien la estaba esperando afuera de la escuela.

Ella amaba a su tía, claro. Y en otro momento estaría feliz de pasar la tarde con ella, pues significaba pasar por su taller y probarse ropa que su tía le hacía.

Pero hoy, las cosas eran diferentes. Estaba preocupada y quería llegar a su casa y comprobar que todo estaba bien.

Sus papás eran la pareja más enamorada que había conocido. Ella misma se encargaba de presumir el amor de sus papás con sus amiguitas de la escuela. Incluso llegó a decir que su amor era mejor que cualquier hisotria de princesas que a ella tanto le gustaban.

Pero ahora, no estaba tan segura de eso.

Esa mañana, cuando su papá la llevó a la escuela, quiso preguntarle si todo estaba en orden. Pero lo vio tan callado y cabizbajo, que prefirió no decirle nada. Incluso ella entendía cuando era mejor guardar silencio.

Cuando llegó a su escuela quiso distraerse, pero fue imposible. Aún así, tenía la esperanza de que, cuando su papá o mamá fueran por ella a la salida, todo estuviera bien y fuera solo su imaginación.

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2023 ⏰

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Sara y Franco ♡ | Oneshots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora