Irreemplazable

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Salió de su estudio con paso apresurado. Una llamada de la oficina lo había mantenido ocupado durante la última media hora. Después de su regreso, poco a poco fue recuperando el tiempo perdido y sus funciones en los negocios y la hacienda. Le había costado adaptarse y regresar a la rutina, pero con la ayuda de su familia y su terapeuta había logrado incorporarse del todo. Y aunque aquella llamada no era de suma importancia, había preferido tomarla en ese momento, dándole así tiempo a su esposa y su hija de terminar de arreglarse, pues tenían un evento importante al que asistir.

Pero la llamada había terminado, el tiempo pasado y ellas seguían sin aparecer. Por lo que ahora se encontraba subiendo las escaleras, rumbo a su habitación.

De camino pasó por el cuarto de su hija y pensó en tocar, pero sabía que si su esposa aún no estaba lista, era muy probable que Gaby tampoco lo estuviera. Por lo que pasó de largo y siguió caminando hacia la recamara de él y Sara.

Al llegar entró sin hacer ruido, buscando a su esposa con la mirada por toda la habitación, más no la vio por ningún lado, por lo que supuso se encontraría en el baño. Recorrió el corto pasillo que conectaba ambos cuartos y al entrar, la imagen que se encontraron sus ojos lo dejó sin aliento.

Su esposa estaba parada frente al espejo, ultimando los detalles de su maquillaje, completamente concentrada y ajena a su presencia. Él aprovechó aquella distracción para observarla desde su posición de espaldas a ella.

Un vestido rojo se adhería a su figura como una segunda piel. En la parte de arriba, los tirantes comenzaban a cada costado de este para ambos terminar cruzados sobre el hombro derecho, creando así una ilusión asimétrica que llamaba la atención al área del delicado y ligero escote recto. El largo del vestido se extendía hasta un poco más abajo de la rodilla, con una abertura al costado que llegaba a la altura del muslo izquierdo.

Se tomó su tiempo para recorrerla de arriba a abajo, sintiendo como su cuerpo empezaba a reaccionar ante la vista.

—Hola, ¿estás sola?—Le preguntó en tono juguetón, el mismo que utilizaban para coquetear y se había vuelto una costumbre para ellos desde antes de casarse.

La vio sobresaltarse un poco, pero se recuperó fácilmente y con gracia. Conectaron sus miradas a través del espejo y sonrieron, mientras ella tomaba su lápiz labial del tocador y lo llevaba a su boca, aplicándose el producto lento y sin prisas, claramente provocándolo.

Y funcionó. En dos grandes pasos llegó hasta donde ella se encontraba y la abrazó desde atrás por la cintura, inclinando su cabeza hasta su cuello y embriagándose con su aroma. El mismo aroma que llevaba enloqueciendolo por más de veinte años y que se había grabado en su memoria, sirviendo para recordarla en los años encerrado en esa horrible prisión.

La sintió estremecerse ligeramente entre sus brazos y soltar el aire que no sabía que estaba reteniendo.

—Franco....—Su voz trató de sonar firme, aunque más que una advertencia, parecía una súplica.

—¿Crees que se molesten si faltamos? —Le preguntó, utilizando una de sus manos en su cintura para jalarla hacia atrás y pegarla a él, mientras la otra se movía hacia abajo, sobre su muslo expuesto y tomaba el borde del vestido, subiéndolo poco a poco.

—Jimena nos va a matar si eso pasa –Sintió la mano de ella posarse encima de la suya, deteniendo y evitando que siguiera subiendo su vestido —Sabes que este evento es muy importante para ella y Óscar.

—Mmmm...¿Tal vez podemos llegar algo tarde? Dudo mucho que se den cuenta —Le dijo contra su piel, depositando suaves besos en su cuello entre cada palabra —Prometo ser rápido.

Sara y Franco ♡ | Oneshots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora