Lugar especial.

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Amanecía en la Hacienda Meraki y Sara Elizondo se encontraba lista para su paseo habitual por la mañana. Estaba en las caballerizas, pues Gonzalo estaba terminando de ensillar a Sexto, esperando que Franco terminara de cambiarse para acompañarla.

Desde su regreso, poco a poco iban volviendo la rutina, y los paseos que solían compartir antes de su partida, eran parte de ella. Les había costado un poco adaptarse de nuevo, pues Franco había llegado cargando muchos problemas sobre sus hombros. Afortunadamente con la ayuda de un especialista, todo regresaba a la normalidad.

Tan perdida estaba en sus pensamientos, que no sintió a Franco llegar, hasta que él la abrazó por la espalda.

-¿Lista? -Le preguntó, plantándole un beso en la mejilla.

-Desde hace mucho-Contestó-Vamos, que se hace tarde-Tomándole la mano y caminando hacia donde se encontraban sus caballos.

Sin perder la costumbre, Franco la ayudó a montar, para después hacerlo él mismo y así emprendieron su camino.

Recorrieron los predios sin prisas, disfrutando del hermoso amanecer y los paisajes que San Marcos les otorgaba, y, sin darse cuenta, llegaron a un lugar muy especial para ellos, un lugar que hacía mucho tiempo no visitaban.

Era la enorme roca donde décadas atrás habían tenido sus primeros encuentros, la misma roca donde Sara le había confesado su interés en él y donde tantas veces habían conversado sobre los problemas que sus familias atravesaban.

Se miraron con complicidad y rápidamente Franco se bajó de su caballo, y se apresuró a su lado para ayudarla a bajar también, dándole un corto beso en los labios, como siempre lo hacía cuando paseaban juntos.

La tomó de la mano y con cuidado subieron a la roca, para después sentarse sobre ella, con Sara entre sus piernas y con su espalda pegada a su pecho.

Disfrutaron abrazados del cómodo silencio, mientras apreciaban como el sol poco a poco se alzaba sobre el horizonte, sintiéndose completamente afortunados de presenciar aquello juntos de nuevo, a pesar de lo mucho que su familia y ambos habían sufrido.

Estuvieron un rato así, abrazados y robándose besos, hasta que Franco rompió el silencio, y acercando su boca a su oído le susurró:

-¿Sabes? Nunca te lo dije, pero siempre fantaseé con hacerte el amor sobre esta roca-Sonrió, sintiendo como ella se estremecía ante su repentina confesión.

A ella se le iluminó el rostro, pues esa también había sido una de sus fantasías más calientes, más nunca se lo dijo por temor a que Franco creyera que era demasiado arriesgado.

-¿Y si la hacemos realidad? -Le sugirió, utilizando un tono de voz que dejaba en claro que hablaba totalmente en serio.

Sin esperar respuesta, Sara se despegó del cuerpo de su esposo, y se dio la vuelta entre sus brazos. Tomó su rostro entre sus manos, mientras se acomodaba encima de él y pasaba sus piernas por cada lado. Se besaron apasionadamente y ella sintió las manos de Franco recorrer su espalda hasta posarse sobre su trasero. Empezó a frotarse contra él, sintiendo como el duro miembro de su marido empezaba a crecer bajo ella.

Sus manos abandonaron su rostro y recorrieron todo su pecho hasta llegar al broche del cinturón, deshaciéndose de él, para después desabrochar su pantalón. Abandonó su boca y empezó a besarlo por su cuello, mientras que con sus manos empujaba el cuerpo de su esposo hasta lograr que él quedara completamente recostado sobre el suelo de la roca.

-¿Estás seguro? ¿No estás incómodo en esa posición? -Preguntó algo preocupada, pues era muy importante para ambos la comodidad y seguridad del otro.

Sara y Franco ♡ | Oneshots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora