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Él está vivo, muy vivo

Pero para nada contento...


Había dormido, poco, pero algo descansé. Y solía acordarme de mis sueños, pero aquella noche no había soñado nada, absolutamente nada. Era como si mi mente hubiera quedado en completa negrura.

La colchoneta en la que dormía estaba vacía, y recordaba haber dormido con Boris. Me percaté de que los chicos estaban en la cocina cuando escuché un "shhh" en conjunto a Tábano por hablar alto. La puerta que dividía el living donde me encontraba yacía entre abierta, por lo que contemplé sus siluetas moviéndose.

Fruncí el ceño y miré por encima de mi hombro, acostada boca abajo. Impulsé un poco mi cuerpo hacia arriba apoyando el antebrazo en la colchoneta. Distinguí al chico en el sofá, aún inconsciente y rígido en la misma postura que anoche. Lo miré fijamente, y a pesar de que dormía como si fuera un ser para nada intimidante, sentí un escalofrío que recorrió toda mi espina dorsal, y que fácilmente causó que me levantara para salir de ahí.

Y es que, no parecía estremecedor. De hecho, su mirada al dormir relajaba los rasgos de su rostro y aportaba aires de tranquilidad. Tenía unas pestañotas largas y castañas, y unas cejas pobladas que resaltaban su expresión. Y ante su mano colgada del sillón y la otra en su pecho que subía y bajaba con calma no demostraba más que algo inofensivo.

¿Entonces por qué me asustaba tanto?

La culpa, ¿quizás?

Tallé uno de mis ojos y avancé con los pies descalzos a la cocina. Pude pasar al deslizarme por el hueco para entrar a la cocina, y divisé a los chicos. El olor a café invadió mis fosas nasales, pero también la voz de Kenan que irrumpió en el lugar.

—... No reaccionó en toda la noche. Ni siquiera tuvo un jodido estímulo. No movió ni los dedos, ni se acomodó. 

—Es muy extraño, Kenan —fue Tábano quien objetó. Estaba de espaldas a mí, pero se me hizo que estaba por darle un sorbo al café—. Está respirando, pero no reacciona. Tiene todas sus pulsaciones bien, pero no reacciona. ¡Le tiraste un...! —Kenan, Brennon y Boris volvieron a soltar un "shhh", molesto, por lo que agregó en un tonito bajito— maldito vaso de agua. ¿Cómo no consiguió reaccionar aún? 

Fruncí los labios, escuchándolos. Media un metro cincuenta y los cuerpos de Brennon y Tábano cubrían mi cuerpecito de Kenan y Boris, que fácilmente me verían parada delante de ellos si los otros dos no bloquearían la vista a la puerta.

—¿Ustedes pudieron dormir? —soltó Boris entre un quejido inquieto—. Porque yo no. Estuve toda la noche sintiendo escalofríos y... no lo sé, el ambiente era raro.

—¿Saben? A mí también —añadió Tábano—. Oh, ¿por qué será? —Hizo un mohín pensativo, y su expresión se alumbró como si obtuviera rápidamente la respuesta al chasquear los dedos—. Ah, ¿quizás porque tenemos a un extraño en la casa y no sabemos cómo puede estar respirando si no reacciona ni aunque le metamos una hostia?

—Oh, puede ser, sí —asintió Boris, sin percatarse de la ironía de Tábano.

—Creo que la mejor opción es llevarlo al hospital.

—¿Qué? 

Procesé demasiado rápido lo que Kenan había dicho y, de manera inmediata, mi boca actuó. Todos los cuerpos se giraron a mi dirección. Tábano casi escupe su café del susto que se pegó por mi aparición.

—Habías dicho que llevarlo al hospital era lo más absurdo posible —recalqué, avanzando a la mesa para incluir mi opinión al debate del que me excluyeron por estar durmiendo. Mis ojos confusos en Kenan—. ¿Acaso ahora sí quieres llevar al tipo?

Entedium.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora