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* * *

—Me cago en mis muertos.

Eso salió de mi boca antes de actuar por instinto y avanzar con rapidez a la puerta luego de empujar a Kenan por el pecho. Detrás de mí corrió Kenan y le siguieron Tábano y Boris. Brennon fue el único que se ha quedado rígido y plantado en su sitio.

—¡¿Qué putas se supone cuando dices que desapareció el cuerpo?! —inquirió Boris hacia Brennon, exaltado.

—¡Pues que estaba ahí... y luego no! —Brennon se agarró de la cabeza—. ¿¡Quieres que te lo pinte en un gráfico o qué?!

Efectivamente, el chico no se encontraba en ningún lado del living. O al menos no en el sofá donde lo habíamos tendido anoche.

—Búsquenlo —exigí en un aliento y la boca entreabierta.

—Pero es ilógico que se haya ido de... —trató de refutar Kenan.

—¡Solo búsquenlo!

Fue en automático que todos se esparcieron por distintos extremos de la casa para buscar al desconocido, tal y como le hubiera dado la orden a un perro, menos Brennon que tardó un poco en procesar la exigencia y salir corriendo.

Pero las luces de casa empezaron a parpadear, deteniendo justo a tiempo a Kenan cuando subía las escaleras, a Tábano a punto de cruzar la puerta para dirigirse al sótano y a los otros dos que corrían al jardín trasero. Observé el techo y luego examiné a mi alrededor. Kenan permaneció en el escalón con la cabeza fija en la profundidad del salón.

Un frío me recorrió la espina dorsal, como un mal presentimiento. Detecté una energía extraña en la casa, y aquello me alertó.

Di un paso al frente. Instantáneamente, mi estímulo atrajo a Kenan, Brennon, Tábano y Boris. Con lentitud se acercaron a pasos sigilosos hacia donde estaba de pie. Nos refugiamos en el otro, formando un círculo de protección hacia el otro. Kenan, como siempre, se apoderó del liderazgo y se posicionó delante, dejándonos atrás de él.

Entonces la luz se apagó por completo.

Lo que se oyó fue el grito de Tábano y Boris.

Luego el de Brennon:

—¡Mamááááááááááaáááááááááááááá!

El salón se volvió a iluminar.

Y había alguien con nosotros.

Justo delante de nuestras narices.

Era el chico.

Jugando-con-el-interruptor-de-la-luz.

El chico continuó encendiendo y apagando el interruptor con una expresión entretenida, pero esta vez los gritos e inquietud habían culminado y permaneció una total incredulidad. Nuestras caras en ese momento podrían haber sido encuadradas y quien tenga un mal día observarlas para reírse un poco.

Kenan carraspeó con la garganta. El chico se detuvo y, con pereza, nos contempló.

—Hola —saludó, y siguió con su juego que consistía en encender y apagar el interrumpir.

¿Qué —coño— estaba pasando?

( ... )


—¿Quién eres? —lo preguntó Kenan.

Estábamos reunidos en el salón. El desconocido estaba sentado en el sofá y analizaba el lugar que lo rodeaba con el ceño fruncido. Kenan inclinado hacia él para abarrotarlo con evasivas preguntas, los demás atrás de mí asustados y alertas y yo junto a Kenan pero sin entrometerme aún en su interrogatorio.

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⏰ Última actualización: Feb 22 ⏰

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