Miguel había vuelto a escribirle, esta vez por Instagram.
Y por supuesto que Emiberth no se lo esperaba.
Hacía ya tres semanas que había comenzado a trabajar con la señora Karla para una asociación oftalmológica en una clínica renombrada de su ciudad, y como supuso la paga no era mucha pero al menos era tan solo un poquito más de lo que le habían pagado en su anterior trabajo. Al menos tendré dinero al final del mes, se dijo, y las señoras de la oficina eran de lo más amables con ella. Siempre preguntaban como estaba, que si le estaba gustando el ambiente, que si tenía alguna duda; que si estaba cómoda en su escritorio... ¡Le habían dado un escritorio! A ver, en su anterior trabajo tuvo que compartir escritorio y computadora con su ex jefa así que era una notable mejoría, y le iba bien.
Incluso hace ya quince días había recibido un correo con una oportunidad de trabajo en línea, lo que había estado esperando (sobre todo desde el fiasco con Mike Foster). Era un empleo sencillo, trabajar como Call Center para una clínica estadounidense que se especializaba en la rama odontológica, recibiría llamadas para agendar pacientes según la disponibilidad de los doctores y otras tareas secundarias. Hasta había tenido una entrevista con una representante de Recursos Humanos, sólo estaba esperando contar con un buen servicio de internet para empezar con el entrenamiento.
Las cosas parecían ir mejorando poco a poco, estaba estresada (por supuesto) pero se sentía encaminada. Emiberth lo sentía en sus entrañas, estaba en el camino correcto a lograr tener un apartamento propio en el futuro. Y no se sintió mal ni culpable ni dudosa cuando la señora Karla le ofreció un trabajo tiempo completo, entrando a nómina, con seguro y puesto de un año en la asociación. Eso era lo que la madre de Emi quería para ella, trabajo sencillo y estable, pero Emi no quería eso, quería mucho más que eso y sabía que un simple trabajo de oficina no la iba a ayudar a cumplir su meta, y estaba segura de si seguía adelante con esta propuesta en unos meses lograría lo que quería.
Y venía este hombre a escribirle, otra vez.
Ella había compartido una publicación sencilla, "Sobreviví a un narcisista". Se había identificado con cada frase de esa publicación porque ella también había sobrevivido a un narcisista, por cinco largos años. Y definitivamente no era sobre Miguel, absolutamente no. Miguel podría ser muchas cosas, egocéntrico, respondón, agitador, incluso cínico cuando se molestaba de verdad; pero nunca narcisista.
Y fue por eso que Emiberth se sorprendió mucho cuando él le escribió, comentando justamente esa publicación.
―Ah...
―No es sobre ti.
―Entiendo.
― ¿Por qué creíste que era sobre ti?
―No lo sé, errores tiene cualquiera y yo puedo ser alguien con errores que no me doy cuenta.
―La verdad no escribí molesto, más bien era de en caso de estar errado, saberlo para mejorar para mí.
¿Mejorar para ti? ¿O mejorar para quién?
Ese pensamiento intrusivo cruzo la mente de Emiberth por unos cuantos segundos, pero lo dejo pasar.
―Sí tienes unos cuantos errores, y es normal, eres humano. Pero ninguno de ellos es ser narcisista, de verdad.
―Bueno, gracias por la aclaratoria.
― ¿De todas las cosas que he publicado te resonó más una que no tiene nada que ver contigo?
―Pues tiene lógica ¿no? Lo que sé que es conmigo o sobre lo que hubo entre nosotros lo sé porque sé todo ese tema igual que tú, sé hasta la respuesta que me darás... ― Esto último hizo que el corazón de Emiberth se estrujara un poquito―. En cambio con eso no estaba tan seguro, no sabía ni que pensar. Sólo me preocupe por tener todos esos errores.
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Vivir con el Corazon Roto
Roman pour AdolescentsLa vida termina con un corazón roto. La vida comienza con un corazón roto. Emiberth sabe esto. Ella es de mente abierta, y sabe ver el mundo desde distintas perspectivas. La primera, pesimista. La segunda, esperanzadora. Pero los dos reales a igual...