Park Jimin no era el prototipo del Alfa perfecto, no cuando sus kilos de sobrepeso estaban presentes día a día recordándole la miserable vida que tenía. Así que resignado había aceptado que terminaría solo por el resto de su vida, por que ¿Quién que...
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Yoongi, el macho Omega considerado el más rebelde de la familia, y un dolor de cabeza para sus hermanos, sostenía entre sus manos un bate de aluminio para jugar béisbol, mientras gruñía y expulsaba feromonas en su estado de molestia.
¿Cómo se atrevían?
— ¡Vamos, te reto Alfa de pacotilla! ¡Dile de nuevo gordo feo a mi hermoso bebé gomita! — golpeó la punta del bate en su otra mano, esperando el momento justo para utilizarlo en la cabeza dura de su hermano Hoseok.
Arrinconado en la esquina de la habitación, Hoseok se encontraba de rodillas, temblando de pánico, por que cuando a Yoongi le tocaban las pelotas no había posibilidad de salir ileso.
El Omega tenía una actitud de perra que daba miedo si la provocas, y eso habían echo sus hermanos.
Seokjin, el mayor yacía desmayado en la alfombra de la sala por un golpe con el bate proporcionado por Yoongi,y ahora faltaba el segundo Alfa tonto que se atrevió a insultar a su hombre.
— Yoonie — le llamó Jimin, el Alfa gordito estaba sentado en el sofá, comiendo una deliciosa rebanada de postre que Yoongi le había preparado. — No es necesario que hagas eso.Hoseok ya me pidió disculpas.
El Omega solo así bajo el bate, y Hoseok le agradeció con la mirada a Jimin, porque sabía que esta era el única que podía controlar a esa bestia.
— Está bien — Yoongi se encogió de hombros, tiro el bate al alfombrado y se acercó a Jimin, para darle un rico beso en los labios dulces a causa del postre. — ¿Mi gordito bonito, quiere más postre?
El Alfa menor negó, a ese paso iba a rodar.
— No, ya no. Eh decido controlarme con la comida e iniciar una rutina de ejercicios... bueno, si tú me ayudas también — Jimin se sonrojo cuando Yoongi sujerentemente movía ambas cejas al mismo tiempo.
Era divertido jugar con el Alfa, ya que la mayoría del tiempo se sonrojaba por cualquier insinuación sexual que el Omega le sugería. Y no es como si Jimin dijera que no a lo que Yoongi le decía.
— Bien, lo que mi gordito quiera — beso una de sus mejillas. — Propongo que a tu rutina se le agregue, dos rondas más de sexo de las que ya tenemos. En total serían seis por día. ¿Te parece?.
En la sala se escuchó la caída de un peso muerto, logrando que ambos voltearan a ver a Hoseok desmayado en la alfombra, a un lado de Seokjin.
— ¿Y?.
Jimin solo había asentido eufórico, de acuerdo con la proposición de su Omega.
Su Omega.
El castaño se sonrojaba cada vez que pensaba en Yoongi como suyo. Porque lo era, algo que jamás pensó que lograría en su vida. Pero lo hizo.