Había pasado toda la noche pensando y lamentando lo susodicho de aquella mañana, pues no era fácil asimilar las duras palabras por parte de la señorita Wolf hacia mi persona. Estaba ansioso si era adecuado visitarla de nuevo o comprarme un boleto para el siguiente espectáculo de esa misma noche. Encima consulté a la joyería si era preciso cuantificar mis fichas pagadas para empeñar nuevamente mi reloj que mi padre me había obsequiado.
La joyería concedió el trato y me otorgó un valor 1'200 libras, lo suficiente para comprarme un boleto y dar un salto de excusa al encuentro con Charlotte, pero la casualidad era tan grande que más tarde en la puerta del teatro la vi salir, acompañada de una mujer de cabello oscuro y de piel pálida como la nieve, casi de la misma edad de ella. Repentinamente me cruce en su camino, no pudiendo ocultar en ella el mismo embarazo de antes
- otra vez usted. - añadió histérica.
Aquella apariencia con que me miraba desató una y mil tempestades de pensamientos blancos. Ella notó mi torpeza junto a su compañera y decidieron darme la espalda y ya casi cuando se alejaba logré idear unas palabras que la detuvieron y lo hizo acercar a mí, mientras su amiga nos miraba distante.
- Ojalá pudiera entender lo delicada que es usted señorita Wolf. y no llegar al grado de que usted me odiase por hablar de mis percepciones insignificantes contra la mala fortuna de no hallar consuelo y correspondencia en una mujer.
- Pueda que tenga razón señor Edmund, soy tan delicada y es eso por lo que no lo pueda entender, quizá ningún hombre logre hacerlo
- ¿Me subestima?
- Caray señor FitzGerald, habría de ser una mula para no creer que usted es inteligente.
- ¿Ahora se burla?
- Eso dependerá de usted. Ahora le mostraré algo. - Charlotte mandó a llamar por su nombre a la misteriosa mujer que la acompañaba, entre tanto la ingenuidad con que la duda se me aparecía cobraba rotundo misterio al sacar ésta de su bolso un pequeño cofre de metal de joyas, ajuares y perlas, sumamente valiosas. - Isabela, entréguele su reloj al caballero, que bastante ha pagado por un boleto de esta noche. Señor FitzGerald ha sido un placer conocerlo, ojalá no tenga que mirarlo nunca más
No me sorprendió la forma de recuperar mi reloj, si no como llegó a ella tan rápidamente, si hubiese sido una clase de espía, no me lo hubiera hecho saber de esta manera, ¿pudiera Charlotte despertar interés en una persona menos convincente en si misma? tal vez me había espantando por no encontrar respuestas a sus acciones y hubiera renunciado a no seguir molestándola por saber que quizá se trataba de una bruja, sin embargo el miedo no fue impedimento para no seguir tras sus huellas, porque presentía algo enterrado bajo los escombros sus palabras, sobre todo si la señorita Wolf tenía el valor de enfrentar toda la verdad escondida en ella.
Lo primero que hice fue buscar al señor Arvizu por todo el teatro dando hasta la bodega donde el frecuentaba la mayor parte de su tiempo, al escuchar mis pasos despertó de su acogida siesta, sobre un mueble casi todo empolvado, a simple vista, el espacio donde se hallaba parecía estar saturado por objetos innecesarios del teatro; cartelones de obras pasadas sobre los suelos, cortinas maltratadas por la humedad de las lluvias y en las paredes los vestuarios olvidados de los actores. El tipo se tragaba la saliva y se limpiaba la mejía, recurriendo a obscenas palabras y no mostrando nada de cordialidad.
- váyase al diablo no tengo ganas de hablar.
Debí entender su mal comportamiento antes, casi la mayoría de las veces cuando lidiábamos, nunca se encontraba de buen humor, por fortuna tenía libras de sobra de la joyería para cambiar su apariencia y darle veinte libras a cambio de saber más sobre la señorita Wolf, a lo que el señor Arvizu brincando con fuerte impulso, me arrebató el dinero de las manos, ofreciéndome tomar asiento sobre un banco:
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El caso de Charlotte Wolf
RomanceEn la época victoriana de Londres, Edmund FitzGerald se enamora de una actriz llamada Charlotte Wolf, sin embargo esa actriz oculta secretos que le obligan a no enamorarse, por lo tanto Edmund tendrá que descifrar cuales son esos secretos que le im...