—Vaya

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—Vaya...

Dije anonadado al ver las calificaciones de Raptor. Habían pasado tres meses desde el acontecimiento de las ecuaciones... y él gradualmente fue mejorando en la escuela.

No me malentiendan, sus calificaciones de antes no eran malas, pero es obvia la diferencia entre un 8 y un 10 cerrado perfecto.

La sonrisa decoraba su rostro y lucía un porte orgulloso. Otra vez la imaginación-wtf-que-tengo hizo su aparición: Parecía tener una cola negra peluda que se meneaba de un lado al otro con efusividad mientras que sus orejitas se alzaban entretenidas. No evité que mi mano se dirigiera a sus cabellos de pluma y los despeinara suavemente con cariño, él amplió su sonrisa ante el tacto y creí sentir mi pecho calentarse por unos segundos.

— ¿No es fantástico? ¡Mis padres no podían creerlo cuando se los dije!

—Y con razón —bromeé recibiendo un ligero codazo de su parte —Venga... no puedes molestarte conmigo, además, ¡Felicidades Raptor!

Si bien me sorprendió en un inicio, analizándolo me doy cuenta de que era de esperarse.

Gonzalo es inteligente, lo único que le faltaba era aplicarse. Cosa que logró al ponerse horarios, ser disciplinado, enfocarse en sus materias y buscar métodos de estudio (que no solo fuera leer sus apuntes y sus libros un día antes de sus exámenes, ejem, ejem). Vi todo como lo iba logrando poquito a poquito con el paso de los días, incluso el hecho de que ya no parecía tan pegado a su celular todo el día

De verdad detesto mis emociones negativas, pero mis celos se tranquilizaron bastante desde que su enfoque académico.

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Al final los padres de Raptor lo recompensaron con una deliciosa comida en su restaurante temático de dinosaurios favorito y una PlayStation 5 que sospecho pensaban regalarle hasta navidad.

No había visto a los señores Coronel tan felices desde que les ganaron a los míos en Just Dance la semana pasada.

No pregunten, larga y penosa explicación.

Y sí, se que es pésima comparación, pero los padres de Gonzalo no son exactamente los más serios del mundo. Bien dicen que de tal palo tal astilla.

Aquel día nuestras familias terminaron reuniéndose en la noche para jugar Monopoly. Sí, Raquel y Richard Coronel podían ser mejores bailarines que mis padres y darles tremenda humillada de cinco estrellas contra una. No obstante, si había algo en lo que los míos eran buenos era el negocio y la corrupción absoluta, especialmente las trampas chantajistas que solo velan por los intereses propios dignas de un político promedio de Latinoamérica.
Con ellos aprendí como dejar a alguien en bancarrota en solo 15 segundos.

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⏰ Última actualización: Jan 07, 2023 ⏰

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