No tenía huevos. No pudo evitar mostrar una sonrisa torcida por la ironía. Un agente especial del Servicio Secreto del gobierno de Estados Unidos "no tenía huevos", pero así era: no tenía huevos, ni azúcar, ni vainilla, ni nuez moscada o canela en polvo ni, por supuesto, nada con qué cojones medir cantidades de todo eso. Lo que sí tenía era ron y brandy, por supuesto que sí. Y leche, bastante mala leche, todo sea dicho.
Molesto, cogió la maleta que Claire parecía haber olvidado en el pasillo, caminó hasta su habitación y golpeó la puerta con los nudillos.
—¿Qué vas a comer, Cenicienta de la Navidad? —preguntó en voz lo suficientemente alta como para que ella pudiera escucharlo a la perfección.
Un par de segundos después, la joven pelirroja abrió la puerta y lo traspasó con una mirada asesina. Luego cogió su maleta y la metió en el cuarto.
—Vamos, Claire, no te cabrees. Te invito a comer en el centro comercial —le ofreció amablemente.
Ella se giró y enarcó una ceja suspicaz.
—¿Sin tretas?
El rubio la miró desconcertado.
—¿Tretas? ¿A qué te refieres?
—A que si te vas a comportar como una persona educada y no vas a dedicarte a burlarte de mí —respondió con enfado.
—Perdona, de verdad, no pretendo burlarme de ti. Ojalá yo pudiera sentir esa calidez navideña, ese buen rollo que os invade a Sherry y a ti en estas fechas, en serio, pero no puedo —afirmó con tristeza—. Para mí, estas fiestas no van a significar nada más allá de un permiso con el que no suelo contar.
Claire se cruzó de brazos y lo observó descarada fijamente.
—De eso, nada, Kennedy. Mañana será Navidad, y tú vas a pasar los dos días más fabulosos e inolvidables que hayas vivido en tu vida. Al menos, hasta que llegue la muñequita deslumbrante que estás esperando —le aseguró tozuda—. Para eso me tienes a mí. Vamos al centro comercial; ya —ordenó con voz de sargento.
Sin darse cuenta, Leon la miró como un niño asustado y ella rompió a reír divertida. Tranquilamente, cogió su chaqueta, su bufanda y sus guantes, caminó hasta él y tiró de su mano haciendo que ambos salieran del cuarto.
—Ponte la chaqueta, Casanova, que vas a llevarme a bailar.
—¿A-a bailar?
—Es sólo una forma de hablar. Vamos, coge tu chaqueta y vamos a comer al centro comercial —le pidió con una sonrisa amistosa.
«¿Dónde, cojones, te has metido, Kennedy?», se preguntó inquieto mientras hacía lo que ella le había ordenado.
Media hora después, los dos paseaban por los escaparates de un enorme centro comercial atestado de gente. Había un árbol de Navidad enorme decorado con innumerables adornos en el centro del recinto, y a su pie un coro se dedicaba a amenizar el día cantando alegres villancicos.
De pronto, Claire cogió una mano de Leon y siguió caminando. Él la miró sorprendido y ella le dedicó una sonrisa encantada.
—Míralos—le pidió emocionada—: todo esto está lleno de parejas de enamorados que pasean cogidos de la mano dejándose llevar por la magia de estas fiestas.
Él le dedicó una mirada solemne.
—Tú y yo no somos pareja —objetó muy serio.
—Pero ellos no lo saben. Finjamos que somos una pareja feliz disfrutando de la Navidad —le pidió contagiada del ambiente familiar que allí se respiraba.
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◥꧁ད ˜"*°• BAJO EL MUÉRDAGO •°*"˜ ཌ꧂◤
FanfictionPara Claire Redfield, la Navidad es una de las épocas más importantes del año. Su hermano Chris siempre se ha esforzado por convertir esa época en un momento lleno de magia y de amor familiar. Pero ese año, él está ausente en una misión, y ella debe...