♥ Vuelve a casa ♥

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Regresó un día después y encontró su piso totalmente vacío, como había esperado. Maldijo a aquella condenada activista por lo bajo: él no la había buscado, no había pretendido jugar con ella a la parejita perfecta que comparte una maravillosa Navidad, no la había seducido sin pretenderlo con palabras amables llenas de sueños que sabía que jamás podría alcanzar. Había sido ella quien había puesto su mundo patas arriba en tan sólo dos días, ella, a quien hacía años que él había decido olvidar, pues la quería, siempre la había querido. Pero nunca había sido correspondido. Y ahora ella había venido a tocarle los cojones...

Se quitó impetuoso la camiseta y la lanzó lejos de sí. Estaba furioso consigo mismo, y mucho. ¿Cómo había permitido que todo eso pasara? ¿Él, el agente frío, metódico y calculador? Algo cayó al suelo desde una mesa lanzado por la prenda que acababa de alcanzarlo. Lo miró extrañado: era un sobre que él jamás había dejado allí, pues nunca lo había visto antes. Lo cogió con rabia; no estaba cerrado. Sacó un papel de su interior y comenzó a leer esforzándose por detener el temblor de sus manos.

"Querido Leon:

Cuando leas estas letras, yo me habré marchado a algún lugar donde no pueda volver a molestarte. Aun así, quiero que sepas que nunca fuiste mi única opción a quien acudir para pasar en maravillosa compañía estas fiestas tan importantes para mí, pero sí has sido la única que yo deseaba con todas mis fuerzas. No te he contado que voy a mudarme a Washington DC definitivamente por cuestiones de trabajo, y que quería que mis primeros recuerdos creados en esta ciudad desde ahora fuesen contigo, y así ha sido.

Gracias a ti, esta ciudad nueva para mí siempre será la más querida del mundo, la más y mejor recordada, porque te quiero con toda mi alma. Me dijiste que ya no te importa nada, pero a mí sí me importa: aunque no pueda creer tus palabras, que haya escuchado de tus labios aquello con lo que siempre he soñado, que me quieres, ha sido un soplo de vida, de esperanza y de alegría. Mientras haya personas como tú en el mundo, valdrá la pena vivir. Nunca pierdas la esperanza.

Siempre tuya, Claire."

—¡Maldita sea, Redfield!

Con manos aún temblorosas, cogió su teléfono y marcó el número de la activista. El teléfono dio varios tonos de llamada antes de que ella respondiera.

—Leon... —escuchó la voz seria de la pelirroja.

—¿Dónde estás? —preguntó impetuoso.

—Leon, no...

—¿Dónde estás, Claire? —insistió desesperado.

—Me he alojado en el hotel Conrad —escuchó nervioso su respuesta.

—¿Por qué demonios te has ido? ¡No te muevas de ahí! ¿Entendido? ¡Estaré ahí en diez minutos!

—Leon, no, por favor...

—¡En diez minutos, Claire!

Colgó y corrió hacia su habitación, cogió el primer jersey que encontró, se lo puso, y se marchó a la carrera. No fue difícil localizarla, pues no era la primera vez que pedía información sobre algún cliente alojado en aquel lugar, y los recepcionistas estaban autorizados a darle cualquier dato que pidiera debido a su estatus de agente.

Se plantó ante la puerta de su habitación en tan sólo un suspiro y golpeó sus nudillos vehemente contra esta. Temía que ella no le hubiese hecho caso, que se hubiese marchado o, incluso, que se negase a abrir y, presa de los nervios, caminó de un lado a otro del pasillo como si se hubiese vuelto loco.

◥꧁ད ˜"*°• BAJO EL MUÉRDAGO •°*"˜ ཌ꧂◤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora