♥ Te quiero ♥

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Una hora después, ambos caminaban por una calle cualquiera en silencio, tan sólo disfrutando de la tenue nevada que los envolvía y de su mutua compañía. Ninguno de los dos tenía ganas de hablar, se sentían extrañamente afectados por una melancolía de la que no eran capaces de librarse.

Temerosa de su reacción, Claire buscó la mano de Leon con la suya y la cogió; sentía que tan sólo su contacto podía mitigar aquella sensación de infinita tristeza. Agradecida, vio que él no la rechazaba, sino que la apretaba en señal de cariño.

Continuaron caminando bajo la nieve como una pareja más, como cualquier pareja, sin más.

—Feliz Navidad —ella se sorprendió al escuchar de los labios masculinos.

—Feliz Navidad, Leon —respondió emocionada.

No supo cómo, pero se encontró abrazada por la cintura sin dejar de caminar.

Tácitamente, regresaron al piso de Leon sin haber buscado un restaurante para comer; ninguno de ambos tenía ganas de ver más gente a parte de ellos dos. Claire cocinó nuevamente y ambos comieron apenas sin hablar. Tan sólo, él le pidió que fuese ella quien eligiese una película navideña que ver aquella tarde. Y ella eligió "Qué bello es vivir".

Ninguno se durmió en esa ocasión, pero permanecieron abrazados cómodamente en el sofá como si hacerlo fuese lo más normal entre ellos. Claire sentía que estaban rodeados de una magia fuerte y poderosa que pugnaba por salir, por manifestarse, pero que iba a ser extinguida sin remedio posible nada más acabase el día. Aquello la hacía tener ganas de llorar.

—¿Te ha gustado? —le preguntó nada más la película hubo terminado.

Él la miró con cara de póquer.

—Como cuento lacrimógeno navideño, no está mal. Ojalá la vida fuera tan benévola en realidad —objetó sin embargo.

—Al final, la vida es lo que nosotros queremos que sea —filosofó pensativa.

—Eso creía yo, pero no es así. Por ejemplo: ¿tú crees que yo encontraré alguna vez una mujer comprensiva con mi trabajo, que acepte y tolere mis continuas ausencias, que yo arriesgue mi vida cada vez que salgo a trabajar? —preguntó con sarcasmo—. Por eso, ni me molesto en buscarla. La vida es lo que es, Claire, y no hay más.

—Yo puedo entender tu trabajo, tus ausencias, puedo convivir con el continuo riesgo que realizarlo supone —afirmó mirándolo decidida—. Mi hermano tiene el mismo trabajo que tú, por si no lo recuerdas; sé lo que es sufrir de ese modo por alguien a quien amas, sé cómo vivir con ello.

Sorprendido y suspicaz, él enarcó una ceja.

—¿Te estás ofreciendo a ser mi compañera de vida, Claire Redfield? —preguntó incrédulo.

—N-no, te estoy diciendo que sí existimos mujeres capaces de comprenderte, de entender y aceptar lo que haces. Solo, que tú te has rendido, sin más.

La mirada masculina se desvió melancólica.

—Es mejor así.

Un silencio incómodo se hizo entre ambos, que Claire necesitaba romper fuera como fuera.

—¿Hacemos ese ponche de huevo navideño? —le ofreció jovial intentando desviar el tema.

—No, he decidido que no voy a hacerlo —él negó sin más.

Puso fin a su abrazo y se puso en pie.

—¿Cómo que no? Mañana decepcionarás a esa tal Davinia —ella objetó sorprendida.

◥꧁ད ˜"*°• BAJO EL MUÉRDAGO •°*"˜ ཌ꧂◤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora