Episodio 1 - Azul Zima

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Flor de Anís:
Nadie quiere viajar a otros planetas.

Pese a que nací en el país más desarrollado tecnológicamente, con naves capaces de atravesar el espacio a velocidades superiores a la de la luz y comodidades de lujo, los ciudadanos le temen a lo desconocido del profundo cosmos.
Por esto nos mandan a nosotros en su lugar, ya que la curiosidad del hombre puede más que su miedo o raciocinio.

“Los liberados”, es el apodo que recibimos. Niños sin nombre abandonados por sus padres que terminan en un orfanato sin condiciones, cautivos hasta alcanzar la mayoría de edad y ser enviados a lo inexplorado con disfraces de astronauta.

De no ser porque las masas hablarían horrores de ellos, nos enviarían a cualquier edad, pero por suerte pude disfrutar medianamente mi cerrada niñez.
Sin juegos, sin amigos, solo criado con el mismo propósito que los demás: Ser un explorador desechable.

Lo único bueno de todo este circo del desfile de despedida es que igualmente no tengo nada que perder, nadie a quien extrañar, de hecho, estoy ansioso por irme, por sentarme en el maldito puesto de control y estrellar la nave nada más salir de la órbita de nuestro planeta.

(…)

Finalmente se había acabado todo el espectáculo de las serpentinas y las canciones de carnaval.

Mis compañeros, unos completos desconocidos, empacaban las cajas de alimento en la despensa de la nave. Yo tampoco iba a ser el vago de la tripulación, así que también me dispuse a cargar algunas cajas, hasta que vi a una chica caerse al suelo con una caja en sus brazos.

No sé porque me acerqué y le ayudé a levantarse, pero una vez observándole fijamente noté que, confirmado por el tono de su voz, se trataba de un chico.

_ Gracias… parece que traté de levantar más de lo que podía…

Levantó la vista mientras una risita incómoda abandonaba su boca, dejándome ver un rostro que por algún motivo me pareció tan radiante que me vi forzado a apartar la mirada.

¿Él es un ejemplo vivo de la palabra “hermoso”?

Noté como se inclinaba para levantar la caja nuevamente, por lo que me adelanté y la cargué antes que él.
Me preocupaba que se cayera nuevamente sin ningún motivo racional, echándole la culpa a que tal vez se debía a la influencia de aquella carita de animal pequeño e indefenso…

_ Yo lo hago…_ Murmuré mientras me giraba hacia la nave. Mi rostro extrañamente ardía y tenía molestias en las tripas.
Ni había empezado el viaje y ya tenía nauseas. Increíble.

El chico agarró la manga de mi camisa, logrando que me detuviera y centrara mi atención sobre él.

_ Espera… es que… no conozco a nadie aquí… y pareces ser alguien amable... entonces…_ Él lucía tan nervioso como yo. No podía juzgarlo. A saber cómo habrán entrenado a los otros miembros. Algunos podrían incluso ser peligrosos.

Sería muy vil de mi parte dejarlo tirado para que lo hicieran pedazos.

_… si quieres… podemos reunirnos nuevamente en la nave…

Sus ojos, que ya de por sí eran grandes, se abrieron un poco más, reluciendo como las joyas de los libros sobre objetos que buscar en otros planetas.

_ ¡Qué bien! Temía ser rechazado… ¿cuál es tu nombre?

Oh.

¿Él tiene uno? Definitivamente eran más permisivos en su centro de entrenamiento.

Sabía que no preguntaba por maldad, pero la palabra “nombre” no es algo que suela estar en posesión de “Los liberados”. Otra cosa que nos impide llevar una vida normal.

𝐀 𝐬𝐮 𝐥𝐚𝐝𝐨〈Among Us〉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora