Episodio 2 - Navegantes

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Azul Zima:
Mi hogar fue destruido. Nunca supe por qué o por quiénes.

Durante mi niñez, al no tener nadie que me cuidara, estuve a punto de morir de hambre y frío tantas veces que no podría contarlas ni usando todos mis dedos.

Entonces, cuando pensaba que no quedaba nada para mí y perecería sin poder honrar a mis seres queridos, fui rescatado por una nave que exploraba esa área.
Me alimentaron y entrenaron para ser uno de ellos, aunque todos están muertos ahora…

Esta no es mi primera misión, pero estoy emocionado por conocer a los nuevos astronautas con los que compartiré esta experiencia de exploración. Espero que sean dulces conmigo… los anteriores no eran muy buenos, siempre metiéndose con mi altura o mi escasa fuerza física…

Suspiré, recordando con cierto fastidio los malos tratos y lo contento que estaba al no tener que lidiar con ellos nunca más.

Faltaban dos minutos para que sonara la alarma, pero preferí aprovechar el tiempo extra.

Me puse mi uniforme, apagué la alarma ya encendida y salí de la habitación, observando los “nombres” escritos en las puertas de otros cuartos mientras caminaba sin prisas al comedor.

No había casi nadie ahí, solo un grupo mediano comiendo animadamente en una mesa y un chico apartado. Sonreí animado al percatarme de que no tendría que pasar la primera comida incómodo por no conocer a nadie.

Agarré una bandeja con el desayuno disponible y me senté frente al chico exiliado. Se trataba de mi agradable compañero Flor de Anís, todo un pastel con piernas. Aunque actúa callado y distante en realidad es muy amable, además me trata bien desde el primer día.

Estoy seguro de que nos llevaremos muy bien.

Al principio él no parecía interesado en mi presencia, hasta que levantó levemente la cabeza y vio que quien se había sentado en su distante mesa era yo.

_ Ah… hola… pensé que eras alguien más…_ Murmuró, enderezando la columna y centrando toda su atención en mí. Noté como sus mejillas algo llenas de comida se tornaban rojizas.

Lo sabía, es un encanto…

_ ¡Hola! No te preocupes, pensé que tal vez no habías dormido bien y no estabas de buen humor…_ Dije mientras mordía un pedazo de mi pizza, restándole importancia a la mala actitud de antes.
Lastimosamente la masa no era de mi agrado, insípida y cruda, causándome suficiente asco para hacer una mueca.

Flor de Anís no hizo ningún comentario al respecto. En realidad, no dijo absolutamente nada, cada vez más colorado e inquieto, como si ya estuviera acostumbrado a malas cocciones o no supiera hablar.

Iba a hacer una broma comparativa entre él y la salsa aguada de la pizza, pero una pequeña porción de puré verde se precipitó sobre su plato, provocándole una expresión de pura repulsión al punto de que echó la cabeza para atrás como una tortuga.

Me habría reído, de no ser porque la acción se repitió conmigo, causándome curiosidad por esa repentina lluvia de alimentos diluidos.

Miré disimuladamente la mesa en el centro de la habitación. Por sus gritos y movimientos parecían estar haciendo una guerra de comida.

Qué inmaduros. Como si no fuera la justa para sobrevivir tres meses.

Una de las chicas, la que vestía de amarillo, se fue del comedor completamente cubierta de pastas y especias. No le presté demasiada atención, alegrándome por la creciente calma en el lugar.

Volví mi vista a Flor de Anís, quien parecía haber respirado y repasado un guion mental.

_ Qué raro es este desayuno, ¿verdad? Es decir, puré de patatas y pizza, no creo que sea una dieta muy balanceada…

𝐀 𝐬𝐮 𝐥𝐚𝐝𝐨〈Among Us〉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora