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El día estaba despejado y con esponjas y blancas nubes decorando el cielo.
Pero a pesar de ser un día despejado y muy hermoso no era muy buen día para una pequeña gatita.
Se arrepentía, o claro que lo hacía.
Lisa el día anterior había salido de la casa mientras que su mami estaba trabajando después de unas cortas vacaciones, aunque en realidad fue un permiso para cuidarla por la visita del dentista.
Había tomado algunos de sus ahorros que le daba su mami cada vez que era una niña buena y ya tenía su cerdito lleno de monedas y billetes.
Salió de casa y fue a la dulcería más cercana comprando muchos de sus dulces preferidos y no sé dió de cuenta y había gastado todos sus ahorros en dulces, helados y golosinas.
Pero al día siguiente se sentía muy mal, su barriguita le dolía además que sentía ganas de vomitar.
Pero debía actuar que todo estaba bien si no quería que mami la regañara.
Se levantó y corrió hacia el patio de la casa para devolver lo poco que estaba en su estómago entre los arbustos, limpió su boca y regresó a la casa tomando un poco de agua.
-¿Lisa?, ¿estas bien? -preguntó su mami entrando en la cocina.
-Oh...uhm..si estoy bien...solo quería un poco de agua -dijo sonriendo levemente.
No podía dejar que mami notará que:
A.- Estaba enferma.
B.- Gastó todos sus ahorros en muchas golosinas.
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Había llegado el medio día y junto a ella la hora del almuerzo.
Y para la mala suerte de Lisa, mami le hizo su sopita favorita, llena de verduras picadas muy pequeñas y pasta en forma de letras y animalitos.
Si estuviera bien de su barriguita estaría sonriendo y saltando porque además de todo, mami le daba su sopita con una gran sonrisa y jugando.
¡Eso era lo mejor de todo el mundo!, ¡le encantaba!