8 de septiembre
¿Por qué últimamente todo se había vuelto más difícil de lo que debido? Solo bastó una mirada, una sola, una maldita mirada que ahora sería la causa principal de todos mis problemas.
Era un fin de semana diferente a los demás, uno en el que no quería ni salir de mi casa. Pero ¿quién diría que ese cambio de rutina podría provocar que mi mundo acabara de cabeza? Se organizó una feria con el objetivo de recaudar fondos para todos los gastos que íbamos a realizar como promo, tanto para el anteúltimo año, en el que me hallaba, como el último. Tuve la brillante idea de colaborar con mis compañeros, algo que nunca hacía y trataba de evitar, porque cuando veo algo que no me gusta, protesto en lugar de quedarme callada. Pero de una manera que no debería, una manera en la que te hacen llegar hasta el limite y arruinarlo todo. Ahí estaba uno de mis problemas: no hablar cuando no debo y hablar demás cuando no me compete.
Estabamos en un gran predio con abundante zona verde, al aire libre, con unas enormes puertas para el ingreso y una estrecha calle de por medio que nos dividía en dos secciones: una donde se encontraban los juegos, inflables, el escenario y equipos de música. Por el otro lado, las carpas con puestos de comidas y jugos naturales (como el nuestro), tatuajes falsos, maquillaje, hasta productos caseros para el hogar y artesanías que siempre sabían estar presentes para este tipo de eventos.
Ese día solo éramos alrededor de seis personas en una carpa, que ni siquiera era la cantidad que esperábamos que nos permitieran para atender a los clientes. Pero bueno, por un lado mejor, mientras menos personas, más trabajo. Mariana, mi amiga y confidente de mis locuras, decidió sumarse y solo por eso, yo también me arriesgué a intentarlo. Me dije a mí misma, que mientras tuviera compañía, ¿qué tan mal podría irme? si total no tendría que cruzar palabras con las que me caían pésimo. Porque por mas que me llevaba bien con un grupito, el resto los ponía todos dentro de la misma bolsa.
Fue así como poco a poco, la gente empezó a acercarse a los puestos a comprar, a preguntar precios o solo a pasar y, como quien dice, chusmear un rato. Algunas de mis compañeras saludaban a amigos, familiares, vecinos que justo se daban la vuelta por el lugar. Por mi parte, no vi a nadie conocido, solamente a un grupito de la primaria con los que había compartido clase, que apenas algunos me registraban. Tal vez ni querían registrarme.
Tuvimos desde el mediodía hasta la tarde noche con las ventas, las cuales marchaban a su debido tiempo. A veces teníamos mucha ganancia y otras casi nada. Estábamos bastante cansadas, no tuvimos un recreo para sentarnos en alguna silla, que por supuesto no teníamos; tomar algunos de los jugos naturales o alguna otra bebida fría que preparábamos; o hacer algo para que no nos pegara tanto el sol, que rajaba la tierra del calor que hacía. Y pareciera que los que estaban a cargo se tomaron todo el tiempo del mundo, porque cuando ya estaba bajando un poco el sol, se dignaron a hacer caso a nuestras peticiones y nos dieron el tan ansiado recreo, del cual estaba segura de que no duraría mucho.
Aprovechando, limpié mi sitio de trabajo, la máquina de jugo y el resto de gajos de mandarina y naranja que quedaban atascados en el exprimidor. Busqué una silla, o bueno, una de las que nos ofrecieron. La ubiqué de tal manera que pudiera sentarme cómoda, apoyar mis piernas en algún soporte bajo de la carpa para relajarlas, después de estar tanto tiempo de pie, y mi espalda, así podría aliviar el dolor punzante que empezaba a hacer efecto en mí por la mala postura. Así que ahí me quedé, quieta, contemplando el espectáculo a lo lejos que estaba a punto de comenzar, mientras las personas se amontonaban cerca del escenario. Al parecer, iba a haber un show de talentos.
Una banda de músicos de cumbia, quizás remixada, con pocos integrantes y talentosos que creo haber visto antes, se subió al escenario para hacer la prueba de sonido antes de tocar su primer tema. Un chico pecoso de baja estatura dio la orden a los organizadores de que estaban listos y se presentaron. Cuando la batería y los demás instrumentos comenzaron a sonar, alguien se paró justo delante de la carpa donde tal vez tenía una de las mejores vistas hacia el escenario, impidiendo que pudiera ver a esos chicos que estaban dando su show. Parecía a propósito lo que hacía, detenerse en medio del camino. Como si fuera el único tratando de ver lo que sucedía. Como si fuera transparente. Como si no le importara nada. Al menos, así era para Mauricio.
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Lo mucho que odio amarte
Teen Fiction[PAUSADA POR CORRECCIÓN] ••• Victoria es una chica muy estudiosa, con buenas calificaciones, alguien a quien le dirían todo el tiempo que es un ejemplo a seguir. De todas formas, ella no quieren que la vean así. No quieren que la vean como una perso...