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Minho estaba hundido en sus pensamientos, descansaba sobre una de las ramas del  hermoso cerezo de la sala que a su mamá tanto le encantaba. Tal vez se sentaba cerca de él muy a menudo por que era una forma de sentirse cerca de ella. Estaba preocupado, preocupado por lo que sea que estuviera pasando en el norte y por no saber casi nada de ello. Chris le dio la información que pudo y con ella hizo sus teorías, mas no podía hacer mucho ya que no poseía tanta autoridad. En su mente sólo podía ver a los dos chicos que aún después de una semana no habían sido localizados, era especialmente peligroso por que eran jóvenes hombres lobo y algo que había aprendido muy bien en la academia es que las criaturas mágicas ya rondaban en el norte hace años e incluso eran vistos como fenómenos haya. El creía ciegamente que no eran capaces de hacerles algo solo por su naturaleza fuera de lo normal, eso esperaba.

Un estruendo lo sacó de sus pensamientos, el sonido fue seguido por vidrios rompiéndose y un grito de terror, saltó de la rama de inmediato y fue corriendo a la segunda planta, donde se había escuchado el grito.

Cuando llegó había un muchacho, vestido de negro y una mochila del mismo color al hombro y un cubrebocas tapándole la cara. El suelo estaba repleto de vidrios rotos y había una que otra joya de su madre. Se encontró con la escena de su noble mascota Lucifer, un tigre negro con rayas blancas, mostrándole los dientes y rigiéndole al chico mientras este estaba  pegado a una pared claramente asustado por el animal.

En cuanto el chico noto su presencia se hecho a correr con todas sus fuerzas y Minho fue detrás de él. Lee nunca se imagino a si mismo en una situación parecida, donde vivía era de las zonas más seguras de la ciudad y nunca se había sentido en peligro. Maldijo por lo bajo al chico que corría como un rayo y parecía saber como escabullirse entre los rincones, al ser una casa tan grande aparentaban estar jugando a las escondidas, juego en el cual Minho siempre perdía ante Hyunjin. Sin Minho notarlo el ladrón logró regresar a las escaleras de espiral y se deslizó con agilidad por el barandal de madera de estas y corrió hacia la puerta, la pateo y salió con rapidez. Minho ni siquiera intentó deslizarse, sabía que se iba a caer.

—¡VALENTÍN!— gritó mientras bajaba las escaleras lo más rápido que podía, en seguida hubo una luz rosa y dorada delante suyo.

—¡Dígame!— el hada revoloteo alrededor del castaño mientras tintineaba.

—¡Hay un ladrón en la casa, no lo dejen salir! ¡RÁPIDO!— Minho vio como pequeñas luces salían de la casa y la que tenía al lado suyo se fue con ellas, y antes de poder haber salido de la casa escuchó un golpe seco y un quejido.

Cuando salió al patio vio al muchacho en el suelo sin el cubrebocas y con pequeñas hadas alrededor suyo, podían ser criaturas del tamaño de la palma de la mano pero sin duda eran muy fuertes. Su mochila había acabado lejos de el, estaba abierta y de ella salían varias cosas de gran valor.

—Alguna de ustedes por favor tomen la mochila y ciérrenla— unas cuantas hadas se alejaron del chico para hacer lo pedido, camino lentamente hacia chico mientras este luchaba contra las pequeñas criaturas insultándolas de vez en cuando.

—Suéltenlo— las criaturas hicieron lo pedido, para sorpresa de Minho el chico no intentó escapar simplemente se quedó sentado en el suelo con la mirada baja.

—¿Qué clase de ladrón idiota roba a plena luz del día?—  trataba de verse intimando y como alguien que tenía el control aunque por dentro estaba temblando, el chico levantó la mirada lentamente.

—¿Y qué clase de familia rica tiene tan poca seguridad en su casa, eh?— Lee se detuvo a analizarlo, no vio ningún rastro de un ser sobrenatural o una persona que haya conocido, por el momento el pensamiento de que fuera alguien del norte se le pasó por la cabeza y eso lo preocupó más.

𝘔𝘢𝘤𝘢𝘳𝘳𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘢𝘳𝘪𝘴𝘵𝘰𝘤𝘳𝘢𝘤𝘪𝘢 ⋆ 𝘮𝘪𝘯𝘴𝘶𝘯𝘨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora