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—¡Tenga lindo día!— se despidió con voz amable del cliente, lo vió salir del local satisfecho con su pastel lo cual le ocasionó una sonrisa. Suspiro cansado, no era tan tarde pero atender una tienda no era cosa fácil, no sólo estaba cansado sino también preocupado por Han, quien había salido hace rato y aún no se veía señales de el. 

La puerta del local se abrió revelando la imagen de un rubio bostezando, Jeongin sonrío al ver a su amigo. El rubio camino hacía el viendo alrededor suyo detenidamente.

—¿Y Sungie?— cuestionó después de examinar la tienda, Jeongin bajó levemente la mirada.

—Salió a... ya sabes— Lee hizo un pequeño puchero al recibir esa respuesta —El dijo que era para comprarte útiles, intente detenerlo pero sabes que no escucha— Felix se quedó en silencio por un momento pensando en si su amigo estaría bien.

—Ojalá algún día lo deje de hacer— Lee se acercó al mostrador para estar más cerca del peli rosa quien yacía cabizbajo —Siempre que se va me preocupó  tanto que no puedo ni dormir— Yang levantó la mirada al sentir la presencia del rubio más cerca.

—Es muy astuto y sabe defenderse, pero eso no quita que lo que hace es preocupante— aguantó las ganas de llorar al no querer romperse ahí mismo —Solo espero no le pase nada— Felix rodeó la mesa del mostrador y abrazó al menor con fuerza, expresando todas las palabras que no le salían y dándole el cariño y tranquilidad que necesitaba en ese momento.

Se quedaron así por unos momentos hasta que escucharon unos fuertes ruidos a lo lejos, ambos se separaron confundidos. Hubo un silencio breve hasta que gritos desesperados y fuertes disparos llegaron a sus oídos, ambos se vieron asustados, Jeongin estaba temblando y al borde del llanto y Felix deseaba desaparecer en ese momento. Se escuchaban las sirenas de los policías y los carros pitando, debía de haber un caos completo afuera.

Lee reaccionó y tomo al peli rosa de la muñeca llevándolo hacía la cocina en la parte de atrás del local, ambos apresurados se escondieron bajo una mesa y se abrazaron intentando encontrar valor en el otro. Jeongin se tapaba la boca para que sus sollozos hicieran el menor ruido posible mientras Felix le acariciaba la cabellera tratando de consolarle.

—Ojalá Jisung estuviera aquí— susurro Felix tapándole los oídos a Jeongin con manos temblorosas, sabía que el menor tenía una pésima relación con esos tipos de sonidos y verlo sufrir era lo que menos quería.

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El peli negro despertó poco a poco, intentó moverse pero no pudo al estar atado de manos y pies a una silla. Entro por un momento en pánico e intento zafarse, pero no logro nada por más esfuerzo que hiciera. Minho se cruzó de brazos esperando a que lo notara, cuando lo hizo sonrío ladino, ya que estaba atado se sentía más tranquilo con su presencia.

—¿Dormiste bien?— rompió el silencio entre los dos.

—¿Cómo lo hiciste, me drogaste?— dijo entre dientes, estaba mareado y sentía un ligero dolor en la cabeza.

—Cree lo que quieras, eso no importa— escondió el sartén detrás de la silla con el pie rápidamente —Lo que importa es que no podrás intentar escapar esta vez—.

Jisung bufo desesperado, buscó su mochila por toda la habitación pero no la encontró, en su lugar se encontró con muebles extremadamente lujosos y estantes llenos de libros. Regresó la mirada al castaño y se encontró con un chico alto parado detrás de el viéndolo con desconfianza, su mirada fría logró darle escalofríos.

𝘔𝘢𝘤𝘢𝘳𝘳𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘢𝘳𝘪𝘴𝘵𝘰𝘤𝘳𝘢𝘤𝘪𝘢 ⋆ 𝘮𝘪𝘯𝘴𝘶𝘯𝘨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora