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Las cosas habían cambiado tanto en los últimos años; Carlos y TK ya habían cumplido 12 años de casados, Carlos se había vuelto detective y TK se había convertido en la mano derecha de Tommy en la estación. Con el tiempo, y el deseo de formar una familia más grande, TK y Carlos tuvieron una hija a quien llamaron Jessica.

Jessica tenía un gran parecido a Gwyn, la madre de TK, por lo que decidieron ponerle Gwyneth cómo segundo nombre, pero para TK solo existía una Gwyn así que siempre la llamaba Jess o princesa. La vida de padres había sido una enorme bendición para ellos, a pesar de los miedos y las inseguridades que tenían sobre que tan buenos padres serían, su hija fue creciendo y convirtiéndose en una linda, amable y alegre adolescente.

Sin embargo, cuando empezó a estudiar en la escuela secundaria, su comportamiento hacia sus padres empezó a cambiar poco a poco, sobre todo con Carlos. A su edad, ella ya entendía lo que significaba tener dos padres, ya tenía una idea de cómo había llegado al mundo y porque se parecía a TK y no a Carlos, pero eso nunca le molestó ya que ellos nunca hicieron ninguna distinción y le demostraban el mismo cariño.

Un día, antes de que comenzara la primera hora de clases , Jessica estaba parada fuera de su salón con un libro en la mano cuando unos jóvenes unos 2 grados más que ella se acercaron a hablarle con una sonrisa maliciosa. Ella estaba leyendo un libro sobre crímenes policiales, cuando uno de ellos la interrumpió.

 ̈Tú eres Jessica ¿Cierto? La que tiene dos papás... Es una lastima... ¿Tu mami no te quiso?¨ Ella los miró con indiferencia y siguió con su lectura. ¨Debe ser horrible saber que creces con un extraño... ese hombre negro que te trae ¿es tu padrastro? Yo, en tu lugar, me avergonzaría de llamarlo papá cuando no lo es¨ Jessica adoraba a Carlos y se sentía muy cómoda con él y su familia cómo si fueran su propia sangre y nada de lo que dijo aquel muchacho iba a cambiar eso.

La maestra entró al salón para empezar la clase antes de que ella pudiera decir algo a ese par de abusivos y solo decidió ignorar ese incómodo episodio. Las clases terminaron y, cómo era costumbre, Carlos la esperaba fuera de la escuela para acompañarla a casa. Ella lo miró con una sonrisa y lo abrazó cómo siempre.

¨Hola, princesa. ¿Cómo te fue hoy?¨ Ella lo miró con una sonrisa y le respondió con cariño ¨Bien, papi ¿Nos vamos?¨ Ya en el auto, Jessica no dejaba de hablar sobre todo lo que le había pasado en la escuela: Los temas que conversaba con sus amigas, cómo el chico que le gustaba se veía más lindo cada día y sobre algún maestro que no le agradaba o era muy aburrido explicando la clase. Los días avanzaban y cada día las palabras eran menos hasta que el silencio era absoluto en el recorrido a casa.

A Carlos le empezaba a preocupar que su hija había cambiado tan gradualmente y su alegría poco a poco estaba decayendo.

Una mañana, antes de que ella tuviera que ir a la escuela y él, al trabajo; Carlos veía a su hija tomar su desayuno mientras él estaba en el sofá de la sala con una expresión pensativa ¨¿Qué está pasando con mi princesa?¨ no dejaba de preguntarse. La noche anterior, le había hablado a TK del tema, pero él sólo le restó importancia diciendo que eran cosas de adolescentes, pero Carlos podía reconocer que en su hija había algo más que solo una etapa de la adolescencia.

El detective no dejaba de sospechar que su hija ocultaba algo y no quería dejar pasar la oportunidad de entablar una conversación que, quizás, ayude a hacer que su hija se abra con él.

Carlos se acercó a su hija con una sonrisa cariñosa y se sentó a la mesa junto a ella mientras terminaba su desayuno. ¨Princesa...¨. Ella, sin levantar la cabeza y con una expresión indiferente respondió ¨¿Si?¨. Carlos notó ese gesto lleno de frialdad confirmando que algo en ella andaba mal. ¨¿Te pasa algo, princesa?¨ Insistió el detective. ¨No¨ respondió cortante y fría. ¨¿Estás segura?¨ Siguió. ¨Estoy bien¨ dijo con algo de impaciencia en la voz. ¨Hija, yo...solo quiero ayudar¨ Carlos puso su mano en el brazo de Jessica en señal de apoyo, pero ella se alejó bruscamente perdiendo por completo la disimulada cara de indiferencia que tenía ¨Basta... no sigas... No te quiero cerca, no quiero que me hables. No quiero que me lleves a la escuela, no quiero que me recojas... no tienes que seguir haciendo esas cosas porque... tú no eres mi padre¨.

Esa última frase hizo que Carlos sintiera una presión en el pecho cómo cuando eres golpeado por una bala con el chaleco antibalas puesto. Sientes el impacto, el misil fulminante, pero, de alguna manera, sigues con vida. Carlos la miró en estado de shock. Sentía que si decía alguna palabra, su rostro se iba a llenar de lágrimas que no podría parar por más que lo intentara.

Pasaron unos segundos y Carlos se levantó de la mesa, besó a Jessica en la frente y caminó hacia la puerta de la casa. ¨Te amo, princesa. Qué tengas un estupendo día en la escuela ̈ dijo mientras unas lágrimas rodaban por su mejilla mientras se quedaba en la puerta unos segundos esperando por alguna respuesta. Al no recibir ninguna palabra de su hija, salió de la casa sin voltear hacia ella.                

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⏰ Última actualización: Dec 21, 2022 ⏰

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La princesa de papá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora