Might Guy es el tipo de novio que nunca te abandona.
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Tu voz se quiebra cuando abres la boca, y el sabor intenso de la sangre te hace toser y tomar aire con desesperación cuando haces otro intento por hablar.
— Vete...
El aire en tus pulmones se acaba otra vez y tropiezas contra el árbol cuando intentas alejar a Gai de ti, señalando el camino de regreso a Konoha.
— Yo los distraeré — tu gestos se tuerce y haces uso de toda tu energía para no derrumbarte, empujando una vez más — Tú tienes tiempo de volver, Gai, así que solo...
Gai suspira e ignora tus palabras como si ni siquiera hubieras hablado y sin ningún esfuerzo te recarga en el piso, obligándote a quitar tus dedos del lugar donde recibiste aquel ataque afilado que cortó tu uniforme y tu piel.
La sangre comienza a salir, pero él no parece alterado y comienza a usar el botiquín de emergencia, haciendo uso de su mejor jutsu médico que aprendió con todo el esfuerzo del mundo.
— Gai — tu garganta todavía duele cuando hablas, pero definitivamente duele menos y respiras un poco más tranquila antes de volver a prestar atención al lugar donde sin duda alguna los enemigos se acercan — Con eso basta, cariño...
Gai frunce más el ceño, y lucha con tus manos cuando tratas de alejarlo otra vez.
Sabías que hacer equipo con tu novio como capitán los haría involucrar sus sentimientos, pero definitivamente no habías esperado que ignorara todo el protocolo de misión.
— ¡Solo vete!
— No — él finalmente habla, gruñendo y dándote una mirada llena se autoridad antes de volver sus manos a la herida abierta, utilizando todo su chakra restante en sanar difícilmente el corte — Jamás te abandonaría aquí. Jamás te abandonaría en ningún lado.
— Pero morirás también — tu desesperación es obvia, y sin embargo, no basta para convencerlo.
— Entonces que así sea. ¡No voy a dejar a la otra mitad de mi corazón aquí y pretender que puedo vivir con eso! — sus ojos te ven con cariño y la clásica esperanza que tiene a aferrarse a las cosas buenas y a la fe, y sabes que probablemente sería más doloroso para él abandonarte que morir, aún si todavía te parece injusto.
— Pero... quiero que vivas.
— Y yo también quiero que vivas. ¡Estamos de acuerdo, así que no puedes quejarte! — el guiño que te da parece hacer uso de toda su calma y te ríes brevemente, pensando en todas las veces que tampoco pudo dejarte sola, incapaz de concebir la idea de huir como cobarde o de no darlo todo y luchar junto a ti.
— Eres tan tonto... ¿de verdad estás dispuesto a morir conmigo? — tu cabeza se recarga en el árbol, y jadeas cuando el dolor disminuye más — ¿Por qué?
Tu mirada se nubla, y aun así observas con detenimiento la forma en la que Gai sonríe y toca tu mano.
— Porque mi vida solo tiene valor si estoy contigo.
Tus labios sonríen también, y no sabes cómo puede ser tan absolutamente romántico incluso ahora, como no puede entender lo mucho que quieres que viva y... y sin embargo, en realidad sí lo entiendes bien, porque tú tampoco lo abandonarías.
Los párpados de tus ojos se cierran en contra de tu voluntad aun cuando quieres insistir que se aleje, pero así como todas esas veces en el pasado él está ahí, cargando todas las cosas con sus manos.
Y afortunadamente, lo siguiente que percibes es su respiración agitada, corriendo contigo en sus brazos cuando escapan juntos del lugar.
