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La mañana era tranquila, pero aun así Chan estaba seguro que sus ojeras se deberían empezar a notar por haberse quedado dormido hasta altas horas de la madrugada, recién quedándose dormido por las cinco y media de la mañana, y levantándose a las d...

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La mañana era tranquila, pero aun así Chan estaba seguro que sus ojeras se deberían empezar a notar por haberse quedado dormido hasta altas horas de la madrugada, recién quedándose dormido por las cinco y media de la mañana, y levantándose a las diez para irse a juntar con su mejor amigo.

Toda la noche había estado planeando una pequeña sorpresa que cambiaría, ya sea para bien o para mal dependiendo de la respuesta, su vida junto a la de su pareja.

Se levantó con cuidado de la cama de dos plazas, intentando no despertar a Jeongin en el proceso.

Se fue a la ducha para poder despertarse totalmente, disfrutando del agua tibia que recorría por su cuerpo. Cuando terminó, se secó su cuerpo con una toalla que cubría desde su cadera hasta por arriba de su rodilla. Con otra toalla corta, la pasó rápido por su cabello rubio, sacando un poco del resto de agua que tenía aún. Por último, aprovechó de lavarse los dientes, disfrutando del sabor a menta con la que quedó su boca.

Al salir del baño de la habitación, vio como su pareja seguía durmiendo plácidamente. Sonrió tranquilo y con gusto cuando lo vio haciendo un leve mohín, sin saber que podía estar soñando el mayor.

Mirando la hora, viendo que en media hora le quedaba para verse con Félix, con tranquilidad se fue vistiendo con algo simple, tampoco nada muy elegante o formal; Una polera blanca de mangas largas, unos jeans celestes rotos y zapatillas blancas. Su pelo ya se iría secando con el paso del tiempo, tampoco se demoraba demasiado.

Se peinó un poco su pelo, mirándose en el espejo del baño para arreglar su pelo, dejando su frente despejada.

Un suspiro somnoliento se escuchó desde la cama, era de parte de su pareja.

—¿Chan? —preguntó Jeongin, dejando escuchar su voz grave.

El rubio se acercó hasta el recién despertado, dándole un corto beso en los labios.

—Buenos días, amor —saludó amoroso, alejándose luego para tomar su billetera y guardarla en su chaqueta.

—¿Saldrás? —Chan asintió, colocándose su chaqueta. Aunque estaba despejado, y había un sol que resplandecía, aún había un tanto de brisa helada por las mañanas; nunca estaba demás llevar una chaqueta, más cuando debías llevar algo a escondidas.

—Solo por unas horas. Voy a regresar antes de la hora de almuerzo, que hoy me toca hacer la comida —no se le había ocurrido antes, pero podía aprovechar a comprar algunas cosas más para el almuerzo.

Jeongin se acomodó nuevamente en la cama, cerrando sus ojos nuevamente para volver a dormir. Era de los únicos días donde podía dormir hasta un poco más tarde, no debía trabajar ese día.

—Uhm, está bien. Qué te vaya bien —dijo somnoliento de nuevo, acomodándose para poder dormir.

Chan solo sonrió dulce y se acercó a Jeongin para despedirse dándole un beso en la frente.

—Hasta luego —se despidió en bajo.

Saliendo de la habitación se encontró con sus mascotas y compañeros de vida; un perrito café junto a un gatito blanco con gris de ojitos grandes. Los acarició en sus cabezas para luego darles sus comidas correspondientes, luego lavándose las manos para quitarse el olor a la comida de perro y gato.

Cuando estaba ya en la cafetería donde había acordado quedar con Félix, solo entró y miró las mesas, encontrándose con la mirada de su mejor amigo quien alzó su mano para que lo viera. Caminó hasta donde estaba sentado el peli-naranja, sentándose frente a él.

—Hey, ¿qué es lo tan importante? —preguntó curioso Félix.

—Primero los buenos días, ¿no? —hizo una mueca. Estaba ansioso, necesitaba decirle a alguien lo que planeaba.

—Bang Chan, vamos a lo importante; cuéntame que pasa —bien, era todo un impaciente, debía admitirlo.

—Mira —de su bolsillo sacó una cajita de terciopelo negro.

Félix la tomó y abrió la cajita, viendo un anillo de oro con una fina tira de brillos celestes en el centro.

—Chan, que tengo pareja, eh —bromeó. Chan chasqueó con su lengua y tomó de nuevo la cajita con el anillo, cerrando el objeto donde iba el anillo de compromiso.

—Félix, por favor, que esto es serio —se quejó.

—Está bien, primero pidamos algo para comer por lo menos, que con hambre yo no pienso —El rubio asintió. Félix levantó su mano, acercándose una camarera para poder tomar sus órdenes.

Cuando tenían todo ordenado, pidiendo unos capuchinos con un trozo de pastel, decidieron seguir con la conversación.

—Planeo pedirle matrimonio a Jeongin, y necesito que me ayudes con eso.

Elevó su mirada de forma confusa y curiosa hacia Chan, mientras tomaba de su capuchino de vainilla.

—Ya era hora, por fin podré ir a una boda. ¿En qué te puedo ayudar?

—Quiero que sea bonito todo, ya sabes, algo romántico.

—¿Si sabes que, aunque le pidas matrimonio en un basurero él va a aceptar? —era claro que a Jeongin no le importaba demasiado donde fuera la declaración; mientras estuvieran juntos, cualquier lugar sería especial y bonito.

—Lo sé, pero cuando recuerde el momento que le pedí matrimonio no quiero pensar en lo horrible que olía el lugar ese día, o qué sé yo.

Félix asintió, comprensivo. Comió un trocito de su torta de chocolate, disfrutando del sabor, desesperando a Chan que esperaba una respuesta por parte de su mejor amigo.

Tranquilamente tomó un sorbo del café, suspirando gustoso.

—Amigo mío, has hablado con la persona indicada. Te ayudaré a que tu propuesta sea la mejor de todas, tú confía en mí —el rubio enarcó una ceja, confundido, sabía que el menor por meses ya tenía un plan en mente.

—¿Qué planeas, Lix?

—Tranquilo, Chan. Tú tranquilo, y yo nervioso. Será perfecto, créeme —sonrió como un mafioso teniendo una buena oferta.

Era el momento donde Chan se preguntaba si había decidido bien en quien pedirle ayuda. Solo esperaba que lo que fuera que planeaba Félix sirviera.

 Solo esperaba que lo que fuera que planeaba Félix sirviera

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¿Qué tratas de ocultar, Bang? ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora